jueves 17 de abril de 2025 - Edición Nº63

Yo no lo voté | 7 abr 2025

LA CITA ERA OBLIGATORIA

¿Cómo fue y quienes estuvieron en la reunión que le permitió a Cortés excusarse de la interpelación?

Nadie vio una fotografía. Nadie escuchó declaraciones. Nadie puede certificar, con la contundencia que exigen los tiempos modernos, que aquella reunión haya existido más allá de los susurros y las medias verdades. Sin embargo, mientras el Concejo Deliberante esperaba en vano al intendente Walter Cortés, este ejecutaba un movimiento que la historia política de Bariloche registrará como un acto de elusión casi perfecto. Sin embargo, la reunión, no tuvo resultados favorables para los empresarios.


Por: Bache3000

La Carta Orgánica, ese texto fundamental que en teoría ningún funcionario debería transgredir, establecía con claridad el carácter obligatorio de la interpelación. Pero Cortés no acudió. En su lugar, como emisarios de un mensaje que nunca terminó de revelarse, envió a Yanina Sánchez, su asesora letrada, y a Sergio Herrero, un secretario de Turismo cuya gestión ha provocado un abismo entre el gobierno municipal y el empresariado local.

"Realicé un encuentro con los sectores productivos de la ciudad", declaró Cortés a los medios, como quien ofrece una coartada elaborada con prisa. La reunión, es vox populi, se organizó posteriormente a la citación del concejo. Lo curioso es que este encuentro, que serviría para justificar su ausencia ante el Concejo, carecía del ritual fotográfico que suele acompañar a los actos oficiales. Como si la reunión debiera permanecer en una zona de penumbra, a resguardo de las miradas indiscretas.

La verdad, esa categoría siempre esquiva en el universo político, comenzó a filtrarse por las grietas del relato oficial. "La única razón de la reunión fue bloquear la interpelación", sentenció Facundo Villalba, el presidente de la comisión de Turismo. Una afirmación que ganaba verosimilitud cuando se conoció que el lugar del encuentro había sido trasladado estratégicamente lejos del Centro Cívico, hacia las oficinas de DINARA, como quien cambia el escenario de una obra para despistar a la audiencia.

Lo que nadie esperaba descubrir era la presencia de dos figuras ajenas al organigrama municipal: Carlos Criado, tesorero del sindicato de comercio, y Mike Domínguez, abogado de la misma entidad gremial. Actores inesperados en este teatro de sombras que añaden un enigma más a la trama. ¿Qué hacían estos representantes sindicales en una reunión supuestamente destinada a los "sectores productivos"? ¿Qué hilos invisibles conectan al gremio mercantil con la estrategia de evasión del intendente?

¿Por qué este movimiento territorial? Las voces que habitan los pasillos del poder aseguran que el oficialismo temía la reacción de Cortés ante los concejales, ese carácter tempestuoso que podría derribar los frágiles puentes de la convivencia política.

Y entonces, mientras la ciudad continuaba su ritmo habitual, tres figuras del poder económico local —Claudio Roccatagliata, Roberto Gilio y "Pochi" Rimoldi— junto a los mencionados representantes sindicales, fueron los testigos de ese cónclave sin imágenes. Un peculiar conjunto que, según cuentan los más cercanos al intendente, no logró arribar a conclusiones significativas. Solo promesas vagas sobre los cinco mil alojamientos informales que sangran la economía turística de Bariloche, y un pedido reiterado: la remoción de Herrero, ese funcionario con quien la relación parece haber entrado en un callejón sin salida.

Ahora, mientras la ciudad contempla el paisaje imponente de sus montañas y lagos, una pregunta flota como la niebla matinal: ¿el desplante de Cortés al Concejo lo conducirá hacia el juicio político? Las normas, esos textos que a veces parecen escritos sobre el agua, indicarían ese camino.

La ciudad espera. La política, como siempre, se mueve en los territorios de la incertidumbre, esos espacios donde la verdad y la apariencia libran su eterna batalla.

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