Por: Bache3000

Scioli llegó a Bariloche como quien trae la palabra divina. Los titulares lo celebraron: el secretario de turismo, con aires de profeta, nos bendijo con la predicción de una "buena temporada".  Como cuando un amigo e desea buena suerte. Vino, habló, se fue. La fórmula se repite con precisión matemática.

¿Y el proyecto de ciudad? 

La visita anterior seguía el mismo guion. Grandes inversiones, decían. Terminamos con la inauguración de una hormigonera usada, comprada a gitanos con prontuario por estafas. El acta por el Cerro Catedral quedó perfumada en algún cajón.

Ya cansa esta mecánica: anuncio-nada, anuncio-nada, anuncio-nada. Una estrategia obvia para ganar tiempo. Pero el invierno se acerca y nada de lo prometido antes de asumir —ni después— está hecho.

Ni siquiera los proyectos listos para ejecutar, como el puente Wiederhold, que ni requieren inversión propia. O el gimnasio del kilómetro 14, anunciado tres veces como "próxima inauguración" —otra reliquia de la gestión Gennuso.

De lo propio, de los anuncios grandilocuentes, solo quedan fotos: el intendente señalando con el dedo un futuro radiante que nunca llega y algunos parches de asfalto como consuelo.

Dijo que la Fiesta del Chocolate costó menos que antes. Mentira. Pero dejémoslo pasar. Lo interesante hubiera sido que explicara si fue "barato" pagar un millón de dólares a abogados amigos por una estación de servicio fantasma que ni siquiera nos demandó.

Esto es la máquina de poner palos al viento: los colocan, el viento pasa y deja un silbido que dura semanas. Y después, nada.