

Por: Bache3000
Dos días de lluvia bastaron. Dos putos días y todo se fue al carajo. Bustillo kilómetro 12, cerrado. Los autos, como cucarachas asustadas, se desvían por barrios donde las calles son cicatrices mal curadas.
"La municipalidad brilla por su ausencia". Vaya frase de mierda. Brilla como una botella vacía tirada en un callejón oscuro. Prometieron arreglos, claro. Los políticos siempre prometen cuando tienen la boca llena de whisky caro y la conciencia vacía. Un millón para empresas amigas mientras los críos esperan el colectivo bajo garitas rotas, empapándose hasta los huesos.
Los charcos son como espejos sucios donde nos miramos y pensamos: "qué idiotas fuimos". Votamos así, como quien elige la misma botella barata que le dio resaca ayer. El agua estancada huele a promesas podridas.
Las calles siguen igual que hace un año. Quizás peor. Los pozos nacen y mueren como estrellas distantes. De las estrellas vemos luz muerta, viajando por años en la oscuridad. De los baches vemos nuestro reflejo distorsionado, nuestras caras patéticas de resignación.
El invierno es un cabrón honesto. No miente como los folletos de campaña. Muestra todo lo que somos, todo lo que elegimos en un cuarto oscuro, todo lo que no hicimos mientras el sol brillaba. Muestra nuestras taras, como perros mojados tiritando en la acera.
Lo único que cambia son las promesas. Se renuevan como el agua de los pozones. Agua estancada, palabra vacía. Mientras tanto, en calle Tancuñahuen, las lagunas siguen creciendo y el barro sigue siendo el mismo puto barro de siempre.