viernes 30 de mayo de 2025 - Edición Nº106

Datita Cultural | 24 may 2025

VIVA LA PATRIA

En Bariloche, los fantasmas del pasado cabalgan mejor que los funcionarios del presente

Crónica de una ciudad en donde los muertos gobiernan mejor que los vivos.


Por: Bache3000

En Bariloche, como en toda Argentina, mayo llega cargado de memorias y contradicciones. Desde aquel 25 de mayo de 1810 hasta este 25 de mayo de 2025 han pasado 215 años que, medidos en la escala de nuestra joven patria, convierten a esta ciudad nacida en 1902 en poco más que un niño de escuela primaria en el aula de la historia nacional.

Pero hay ciudades que nacen viejas, cargadas de culpas originales, y Bariloche es una de ellas. Aquí los fantasmas no se esconden: cabalgan en pleno centro, de cara al lago Nahuel Huapi, mostrando sus esfínteres al poder político local. El monumento a Julio Argentino Roca sigue siendo el corazón neurálgico donde se dirimen las batallas por el sentido de la historia, el lugar donde convergen la protesta y la memoria, la vergüenza y la identidad.

No es el único espectro que ronda por estas calles. El edificio fantasma de ARBOS, con sus ventanas vacías como ojos que todo lo ven, se alza en el ingreso de la ciudad como un reproche de cemento y hierro. Es el monumento involuntario a lo que no pudimos ser, a los sueños que se desplomaron antes de nacer, a las promesas que se convirtieron en ruinas antes de convertirse en realidad.

La grieta de los pozos

Esta semana, mientras el país discutía las declaraciones del presidente Milei sobre Malvinas y el Concejo Deliberante local emitía su respuesta, y el intendente respondía al Concejo, y otros respondían al intendente, los vecinos de Bariloche se hacían una pregunta más pedestre pero más urgente: ¿y los pozos de las calles? ¿Y el millón de dólares que falta en las arcas municipales? ¿Y el transporte público que no funciona? ¿Y el vertedero que contamina? ¿Y el tránsito que colapsa?

La sociedad argentina, y la barilochense en particular, tiene esa lucidez cruel de quien ha aprendido a desconfiar. Ya no se conforma con debates épicos sobre soberanía cuando la basura se acumula en las esquinas. Ya no le alcanza con declaraciones grandilocuentes cuando los funcionarios se enriquecen mientras prometen austeridad.

El pedido imposible

Lo que pide la gente, en el fondo, es simple y a la vez imposible: quiere patriotas de verdad. Quiere que Sarmiento sea secretario de Capital Humano y Cultura, que Belgrano sea jefe de Gabinete, que San Martín sea intendente y muera pobre y glorioso como el original. Quiere a Mariano Moreno en Planeamiento, a Juan José Paso en Protección Civil, a Castelli en Economía.

Es un pedido imposible, por supuesto, pero también legítimo. Porque es el mito fundacional sobre el cual todavía se construye el futuro de esta patria adolescente, el ideal que condiciona la política y sus resultados. La gente quiere que sus dirigentes sangren por ellos, porque sabe que sin esa sangre derramada, sin ese sacrificio genuino, el pueblo no entrega nada. Por el contrario: ve cómo quienes deberían defender los intereses de los que trabajan se convierten en millonarios, se pelean en los medios por el mejor cargo, no por evitar que la basura mate a los ciudadanos.

El tiempo que queda

¿Hacia dónde queremos ir como patria? ¿Hacia dónde como ciudad? ¿Cómo nos bajamos de los caballos de la grieta para construir un programa de desarrollo que nos permita crecer de verdad, que nos permita ver que cada vez somos más y que sin planificación vamos a vivir cada vez peor?

A este gobierno municipal le quedan dos años y medio. El pueblo mira, el pueblo sabe lo que quiere, por eso no vota en las elecciones. Quiere creer, pero no así, no a estos, no de esta forma.

"Vení, enamorame", le dice la ciudad a sus dirigentes. Solamente eso. Es poco y es todo. Es el pedido eterno de una sociedad que ha aprendido a desconfiar pero que todavía conserva, como un milagro, la capacidad de esperar.

Los fantasmas de mayo seguirán cabalgando por Bariloche, recordándonos de dónde venimos y qué hicimos mal. Pero también, quizás, susurrándonos al oído qué podríamos llegar a ser si alguien, alguna vez, decidiera gobernar como si la patria fuera algo más que un negocio, como si la ciudad fuera algo más que una oportunidad, como si el poder fuera algo más que un botín.

Mientras tanto, Roca sigue mirando al lago, mostrando sus esfínteres al poder, esperando que alguien entienda, de una vez, el mensaje.

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