Por: Bache3000

Esta tendencia hacia la baja participación electoral no es un fenómeno aislado, sino que se refleja en los recientes comicios realizados tanto a nivel provincial como nacional. Los datos de participación en distintos municipios de Río Negro durante las últimas elecciones municipales muestran un panorama heterogéneo pero preocupante en varios casos.

En el ámbito provincial rionegrino, la participación varió significativamente entre localidades. Darwin registró uno de los mejores índices con un 76,98% de participación del padrón, donde la UCR se impuso con 514 votos. Sin embargo, en otras localidades los números fueron considerablemente menores: Pomona alcanzó el 60% de participación, mientras que en Godoy apenas votó el 40,1% del padrón habilitado. El caso más extremo se dio en Pilcaniyeu, donde la participación fue de solo el 37%, aunque cabe aclarar que allí se presentó una lista única.

El panorama nacional no es más alentador. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la participación fue del 53,4%, mientras que en Misiones apenas votó el 55,41% del padrón electoral. Santa Fe registró un 55% de asistencia, Chaco alcanzó el 52%, y en Salta, de 1.092.561 personas habilitadas, solo 641.922 sufragaron, representando el 59% del padrón. Jujuy tuvo una participación del 64%, mientras que en San Luis se hizo presente el 60% de los votantes registrados.

Estos números reflejan una crisis de representatividad y participación democrática que trasciende las fronteras partidarias y geográficas. La combinación de factores como el desencanto político, la desconfianza en las instituciones, la fragmentación del sistema político y las dificultades económicas que enfrentan los ciudadanos contribuyen a este fenómeno de abstención electoral.

La baja participación electoral plantea serios interrogantes sobre la legitimidad de los representantes electos y la salud del sistema democrático. Cuando más de la mitad de la ciudadanía no participa del proceso electoral, se cuestiona la representatividad real de quienes asumen cargos públicos. Este escenario demanda una reflexión profunda sobre cómo reconectar a la ciudadanía with el proceso democrático y recuperar la confianza en las instituciones.