miércoles 02 de julio de 2025 - Edición Nº139

El Bardo de Siempre | 1 jul 2025

"ESTOY DESILUSIONADO"

El calvario de Guido Tripolatti: "Estoy más que feliz de haber dejado este gobierno"

El ex secretario de Transporte Guido Tripolatti rompió el silencio después de su abrupta salida del gobierno municipal. En una extensa entrevista, el empresario que dejó su tranquila vida privada para sumarse a la gestión de Walter Cortés relata el calvario que vivió en los últimos meses: maltratos, gritos, un clima laboral tóxico y la sensación de haber sido traicionado por quien consideraba su amigo. Su desafectación llegó tras un confuso episodio que involucra un control de tránsito, un auto del gerente de Carrefour, un inspector resentido y un teléfono con el número del intendente. Tripolatti asegura que solo cumplió órdenes, entregó voluntariamente su celular a la justicia y cuenta con testigos que avalan su versión. "Estoy más que feliz de haber dejado este gobierno", dice sin filtros. La historia de un hombre que quiso cambiar su ciudad y terminó decepcionado de un proyecto en el que había depositado su confianza.


Por: Bache3000

Guido Tripolatti tiene la mirada de quien acaba de salir de una tormenta y habla con la tranquilidad de quien ya no tiene nada que perder. O mejor: de quien recuperó algo que había perdido sin saberlo.

"Estoy más que feliz de haber dejado este gobierno", dice, y no es una frase hecha. Es la confesión de alguien que pensó que podía cambiar las cosas y descubrió que las cosas lo estaban cambiando a él.

Antes de meterse en la función pública, Tripolatti tenía una vida que funcionaba. Empresario del transporte, sin dramas económicos, veía a su familia todos los días, comía con sus amigos. "No tenía problemas económicos ni de otra índole, pero me metí en esto porque creí que era posible hacer un cambio. Walter Cortés hoy no es el mismo que el que hizo campaña, el de las promesas a la ciudad. Yo creí en ese Cortés, que no es el mismo que hoy gobierna".

La desilusión no llegó de golpe. Fue un goteo constante, una erosión lenta de las expectativas. "Hay un nivel de maltrato a todos los funcionarios y empleados por parte del intendente, he presenciado gritos, que se arrojen cosas, ya no quería ir más al centro cívico, no me daban ganas por el clima que se vivía. Este gobierno me decepcionó, no es lo que nos dijo a todos que iba a ser".

Tripolatti habla de Cortés como se habla de un amor que se fue mal. "Walter Cortés era mi amigo antes de llegar al gobierno. Pero me desilusioné de él, porque me dijo que no me iba a dejar solo, y a la primera de cambio no me atendió más el teléfono, se lavó las manos de la orden que me dio".

La historia que lo sacó del gobierno es un laberinto de intereses cruzados que parece salido de una novela de política pueblerina. Todo empezó con un control de tránsito, un auto detenido, un teléfono con el número del intendente y una denuncia que llegó a la justicia. "Lo único que hice es cumplir órdenes. ¿Alguien cree que en este gobierno alguien puede hacer algo por fuera de la aprobación del intendente?", se pregunta Tripolatti, y la pregunta queda flotando en el aire como una acusación.

Los detalles del caso se van armando como un rompecabezas. El auto detenido pertenecía al gerente de Carrefour. El inspector que hizo la denuncia estaba resentido porque a su mujer, contratada a pedido de Cortés, no le renovaron el contrato trimestral. El celular entregado voluntariamente a la justicia, los testigos que avalan su versión, la documentación presentada. Y en el medio, Tripolatti, que se convirtió en el chivo expiatorio de una operación que tenía otros protagonistas.


El problema fue cuando la justicia lo citó, luego de la denuncia: "fui y dije la verdad, exactamente todo lo que pasó. Me habían dicho que iba a tener abogado y no lo tuve, me dijeron que no me iban a dejar solo, y miré para atrás y no había nadie conmigo. Ahi me di cuenta que estaba solo".

El día anterior a su desafectación, un grupo de taxistas se había presentado en la subsecretaría de tránsito pidiendo fiscalización de autos irregulares. Algo normal, obligatorio. "Lo que hicimos fue firmar un acta de trabajo, como se firman muchas en la municipalidad. Era información pública y no de datos personales, en ningún lugar del acta dice que se va a dar información de las personas". El acta, que está a la vista, habla apenas de controles en puntos estratégicos y de informar cantidad de acarreos, algo que sale publicado semanalmente en todos los medios. La nada misma.

¿Entonces por qué lo echaron? "Cortés era mi amigo, al menos eso creí yo. Me cuenta que no, el día que en una mesa me pidieron que firmara un acta inculpándome de haber dejado ir a ese auto. Y la verdad que no, no tengo por qué admitir algo que no es cierto, porque las personas de bien que no tenemos nada que ocultar, siempre vamos con la verdad. Por eso estoy tranquilo, esperando que la justicia defina".

Tripolatti se enteró de su salida del gobierno por los medios. "Con Cortés no hablé nunca más, y eso que se lo pedí". La resolución que lo dejaba afuera ya estaba firmada antes de que él supiera que existía. Así funcionan las cosas en este gobierno: primero se decide, después se comunica, si es que se comunica.

"Yo quería creer en este gobierno, yo quería creer. Pero estoy totalmente desilusionado y triste por haber tenido que vivir todo lo que me tocó vivir", dice, y en su voz hay algo que no es autocompasión sino genuina tristeza por un proyecto en el que creyó y que lo defraudó.

Ahora Tripolatti está de vuelta a su vida de antes, y dice que se siente aliviado. "Hoy me siento aliviado de no estar más, me saqué un peso de encima, y lo único que quiero es que la ciudad sepa quién soy, y qué pasé. Porque realmente no merezco que me hayan metido en este asunto. Mi familia a mí me enseñó otra cosa".

Durante su gestión, los controles de tránsito funcionaron como nunca antes. "Soy una persona de bien, de trabajo. Si ves los resultados de lo que hicimos, se pueden ver todavía hoy una cantidad de controles como nunca antes se vio, y los resultados fueron muy buenos. Y lo único que quería era trabajar honradamente para mi ciudad como lo hice en mi actividad privada, pero evidentemente con este tipo de gobierno eso no se puede hacer".

Tripolatti habla sin rencor, pero con la claridad de quien ya no tiene que cuidar las formas. Ha vuelto a su mundo, el mundo donde las cosas se hacen bien o no se hacen, donde los amigos son amigos y donde no hace falta andar con cuidado cada vez que suena el teléfono. Ha recuperado su vida, y eso, dice, no tiene precio.

 

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