

Por: Martín Pargade
"Nosotros somos una organización barrial que nació de mi familia y empezamos a agitarla porque también venimos de una vida difícil y sabemos lo que es no tener nada", explica Silvana mientras recorre el espacio que hoy alberga a entre 25 y 30 niños diariamente. La cifra es menor a la que tuvieron en otros momentos, pero tiene su explicación: muchos chicos comenzaron la jornada extendida en la escuela y ya no les da el tiempo para asistir al merendero.
El camino no ha sido fácil. La pandemia marcó uno de los momentos más críticos, como en todos los espacios comunitarios del país. "Fue una de las crisis más fuertes que tuvimos, como en todos lados", reconoce Silvana. Sin embargo, la organización logró mantenerse en pie gracias a la solidaridad de los vecinos y, más recientemente, con algunos aportes del Estado. "Hace dos o tres meses que Provincia nos empezó a aportar un poco de mercadería. No era todos los meses, pero cada tanto, y todo lo que venía servía porque en el momento de crisis todo sirve", cuenta.
En los últimos días, el gobierno nacional también comenzó a acercarse al merendero. "Han hecho relevamientos, gente del Gobierno nacional que saben cómo trabajamos", explica Silvana, quien viene de una trayectoria en organizaciones sociales y conoce la importancia de la transparencia en el manejo de los recursos.
La transparencia es, justamente, uno de los pilares del merendero Alehuen. "Siempre trato que sea todo claro, que sea transparente, eso es lo principal", enfatiza su referente. "Si alguien viene acá y me pregunta y quiere ver cuentas, nosotros no recibimos un peso de nadie. Hay algunas personas que a veces nos donan, pero lo que siempre pedimos es que la gente vaya a hacer las compras con nosotros porque es lo ideal para que la gente sepa en qué se gasta lo que ellos quieren donar".
El trabajo del merendero va más allá de la merienda diaria. Los chicos participan de actividades de apoyo escolar, recreación y, cuando es posible, excursiones. "Es todo con donaciones. Si necesitamos transporte, tocamos a alguien para gestionar", explica Silvana. Además, el espacio funciona como un punto de contención para las familias del barrio que atraviesan dificultades económicas o situaciones de violencia familiar.
"Estamos como de lleno en todas esas cosas", reconoce Silvana al referirse a los casos de violencia doméstica que llegan al merendero. "Hay un montón de violencia familiar en los barrios. No se ve mucho porque de la puerta para dentro es un mundo total, pero las historias que pasan por ahí los nenes o las mismas mamás son bastante heavy", relata con la experiencia de quien ha sido testigo de múltiples situaciones difíciles.
El merendero no solo recibe chicos del barrio Barda Este, sino también de zonas aledañas como Algún Ruca, Las 270, Las 120, el barrio Oeste y San Cayetanito. "Los vecinos saben que si necesitan algo pueden venir al merendero y si lo tenemos, se lo vamos a dar", asegura Silvana.
A nivel nacional, el merendero forma parte del Movimiento de Trabajadores de la Economía Popular (MTE), que los incluye en la campaña "Ningún pibe menos con hambre" y les proporciona alimentos secos mensualmente.
Uno de los desafíos actuales del merendero es la infraestructura. "Estamos necesitando concreto para hacer la platea del baño", explica Silvana. Ya consiguieron casi todo lo necesario para construir dos baños, y la mano de obra la están poniendo estudiantes de la escuela Buen Pomán con un profesor, en un trabajo solidario que les sirve para hacer prácticas mientras ayudan al merendero.
En cuanto a la política partidaria, Silvana tiene una posición clara y firme. "Yo tengo mi pensamiento. Sé que hablar de política y esto es curro, y la verdad que lo que menos quiero en este espacio es que haya eso", afirma. Ha tenido que sacar a políticos que querían traer una chocolatada, sacarse una foto y después poner carteles por todos lados. "Le dije: 'Volvete con tus cosas que yo no las necesito. Tengo otros recursos'", recuerda.
La estrategia del merendero se basa en la construcción de vínculos genuinos con la comunidad y los medios de comunicación. "Los medios hacen un montón para que nosotros podamos expresar lo que necesitamos, lo que sentimos, y eso ya es un montón porque nos están conociendo", valora Silvana.
Con las vacaciones de invierno, el merendero se adapta a la nueva dinámica: los chicos están más tiempo en sus casas y asisten más al espacio. "Los miércoles que tenemos apoyo escolar es libre: venimos, jugamos, miramos películas. Si está lindo el día nos vamos a la cancha a jugar al fútbol o salimos a andar en bicicleta", describe Silvana.
El merendero Alehuen es un ejemplo de organización barrial que, sin recursos abundantes pero con mucha voluntad, logra sostener un espacio de contención y cuidado en una zona donde las necesidades son múltiples. "Siempre que estamos, la gente nos ha respondido re bien y estoy súper agradecida con la gente particular, que es la que está", concluye Silvana, con la satisfacción de quien sabe que su trabajo trasciende la merienda diaria para convertirse en un punto de referencia y esperanza para toda la comunidad.