martes 08 de julio de 2025 - Edición Nº145

Poliladron | 8 jul 2025

"Ya no sé qué más hacer": el dramático relato de una madre que clama por justicia

01:09 |En San Carlos de Bariloche, una mujer de 30 años vive un calvario que se extiende desde hace años. A.P., madre de un niño, decidió hacer público su testimonio después de sentir que las múltiples denuncias realizadas ante la justicia no han logrado protegerla ni a ella ni a su hijo de lo que describe como violencia sistemática por parte del padre del menor, K.O.


"Quería contar la violencia que vengo sufriendo hace años por parte del progenitor de mi hijo: violencia física, psicológica, económica, vicaria, violencia infantil hacia mi hijo", relata en un extenso testimonio que pone en evidencia las fallas del sistema judicial en casos de violencia de género.

Su historia es la de una lucha silenciosa que se ha extendido por años. Ha realizado cuatro denuncias por violencia y dos por violencia infantil que fueron tratadas con especialistas. Los informes del jardín de infantes primero, y luego del colegio, respaldaron los relatos del niño sobre situaciones de violencia vividas con su padre. Personal del SENAF, ETI y psicólogos han intervenido en el caso, mientras que ella continúa siendo evaluada por el SAD (Servicio de Atención a la Violencia).

A pesar de las restricciones de acercamiento dictadas por la justicia, A.P. denuncia que el agresor las viola sistemáticamente. "Esta persona a pesar de tener restricciones de acercamiento igual las violaba, hecho en el cual en una oportunidad intervino la policía", relata. La situación llegó a tal extremo que se vieron obligadas a mudarse en busca de paz, algo que aún no han logrado.

El año pasado, el padre se fue a vivir a Zapala "de un día para el otro", pero al regresar meses después y notar que ella había rehecho su vida sentimental, inició una demanda por tenencia compartida. "Violencia vicaria", define ella, "ya que no tenía con qué más violentarme".

El testimonio revela un patrón preocupante: un padre ausente que nunca participó activamente en la crianza. "Mi hijo ya tiene 7 años, el cual el padre jamás compartió con él, no tienen un vínculo. En el colegio no lo conocen, jamás participó de un acto, una reunión o demás responsabilidades que conlleva tener un hijo", cuenta la madre.

La situación se agrava por la condición de salud del menor, quien padece asma y requiere tratamiento costoso que ella sostiene sola con su trabajo, así como todas las necesidades básicas del niño. "Años soportando violencia de parte de toda su familia, siempre mostrando pruebas de todo ante la justicia", expresa con desesperación.

Los episodios de violencia se sucedieron a lo largo de los años, incluyendo situaciones donde ella sufrió ataques de pánico, "secuela que me quedó de años de haber sufrido este tipo de situaciones". También relata haber atravesado una depresión severa, de la cual pudo salir después de animarse a realizar la primera denuncia.

En múltiples ocasiones, el niño fue dejado sin asistencia médica cuando estaba bajo el cuidado paterno. En una oportunidad, se abrió la pera jugando y no fue llevado a la guardia; cuando la madre regresó del trabajo y lo llevó, ya no se le podían hacer los puntos necesarios por el tiempo transcurrido. En otra ocasión, sufrió un corte en la cabeza jugando en una hamaca. También se cayó andando en bicicleta en la pileta climatizada de la casa paterna, "hecho que podría haber sido fatal por la falta de cuidado".

El maltrato trasciende lo físico y se extiende a espacios que deberían ser seguros para el menor. Durante cuatro años, el niño pertenecía a un club donde ella pidió infinitas veces que sacaran al padre y al tío del grupo de WhatsApp de padres. "Situación tal que ellos aprovechaban para saber si mi hijo iba a asistir o no a los partidos y de esa manera llevarnos la sorpresa más de una vez de encontrarnos a estas personas", relata.

El punto de quiebre llegó cuando, tras solicitar educadamente al tío que se retirara del grupo, este respondió "con infinidades de insultos y diciendo que él en el club conocía a todos y que hasta si quería podía ser el entrenador de mi hijo". El presidente del club, quien según cuenta es amigo de la familia del padre, le respondió que "no estaba para resolver problemáticas familiares" y que si no le gustaba, sacara a su hijo del club.

"Con mucho dolor" tuvo que contarle a su hijo que ya no formaría parte del club. "El se angustió muchísimo, lloró un montón, y este es el dolor que nadie puede ver, que una familia que está empecinada conmigo y hace la vida imposible, el único que sale dañado siempre es mi hijo", expresa con desgarradora claridad.

Los documentos judiciales en poder de esta redacción muestran que en febrero de 2025, el SAT presentó un informe de riesgo manifestando que "la situación continúa inestable, el denunciado continúa incumpliendo con la perimetral que existe en favor de la víctima". El organismo concluyó que "La señora se siente impotente ante tantos incumplimientos impunes, por parte del denunciado. Lo que dificulta llevar adelante la tarea desde este organismo, nuestra intervención tiene el objetivo de empoderar personalmente a la PSVG, pero generalmente hay retrocesos en los avances logrados, debido al hostigamiento incesante por parte del denunciado".

A pesar de ello, las medidas cautelares fueron renovadas por la Jueza Laura Clobaz del Juzgado de Familia N°10 hasta mayo de 2025, manteniendo la prohibición de acercamiento en un radio de 500 metros.

En cuanto a la violencia económica, la situación es igualmente crítica. Se le enviaron cuatro oficios de retención por cuota alimentaria y "automáticamente cuando llegaba el oficio él renunciaba a los trabajos". Actualmente tiene su propio comercio, pero ella ya no exige cuota alimentaria. "Solo pido que se haga justicia y nos dejen vivir en paz y dejen de dañar a mi hijo de la forma en que lo hacen".

El caso evidencia las dificultades que enfrentan las víctimas de violencia de género cuando el agresor pertenece a familias "posicionadas muy bien económicamente", como describe A.P., quien además denuncia que "se burlan y me denigran como persona por venir de una familia humilde, cuando yo hago hasta lo imposible por poder mantener a mi hijo como puedo".

Hoy, después de más de un año esperando respuestas de la justicia, A.V.P. atraviesa nuevamente una depresión por las situaciones que continúa viviendo. Su hijo, de apenas 7 años, continúa siendo víctima de violencia vicaria, y ella se plantea incluso la posibilidad de irse de Bariloche, ya que considera que "es una situación de años que no tiene tregua ni fin".

"Hoy decido hacer todo esto público porque juro que no sé qué más hacer", concluye su testimonio. Un grito de auxilio que refleja las falencias de un sistema que, según su experiencia, parece actuar solo cuando "pase algo realmente grave".

"Lo único que pido es que la justicia de una vez por todas actúe como corresponde y pueda mi hijo y yo vivir en paz. Que mi hijo no sufra más", clama esta madre que, como tantas otras, espera que su voz sea escuchada antes de que sea demasiado tarde.

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