jueves 07 de agosto de 2025 - Edición Nº175

El Bardo de Siempre | 12 jul 2025

PAGAN TODO, Y NADA

Challhuaco: El barrio olvidado de Bariloche, en donde 50 familias viven sin servicios básicos en pleno siglo XXI

En las afueras de San Carlos de Bariloche, a solo 300 metros de la ruta de circunvalación, existe un barrio que desafía la lógica urbana de la ciudad turística más importante de la Patagonia. Mirador del Chalhuaco, ubicado cerca del acceso al refugio Neumeyer y pegado a Dos Valles, es el único barrio de Bariloche donde los residentes pagan religiosamente sus impuestos, tienen lotes escriturados y, paradójicamente, no cuentan con ningún servicio básico.


Por: Bache3000

"Somos el único barrio en todo Bariloche que, los terrenos son todos escriturados, que la gente paga sus servicios en tiempo y forma, y no tenemos ningún servicio en nuestro barrio", explica David Barrios, presidente de la Comisión de Trabajo del Chalhuaco. La situación es tan extrema que resulta difícil de creer: no tienen luz, no tienen agua, no tienen gas, pero pagan impuestos. "No tiene cloacas, no tiene servicio de transporte público de pasajeros, no tiene nada de parte del Estado".

Actualmente, cerca de 50 familias viven en esta situación de abandono estatal, entre ellas bebés, niños en edad escolar, adultos mayores, personas con discapacidad y trabajadores que van y vienen diariamente. El único "servicio" que reciben del municipio es un tacho de basura que se recolecta una vez por semana y, eventualmente, algún patrullaje policial.

La historia de este barrio es tan compleja como frustrante. Los lotes fueron originalmente vendidos por la cooperativa Rucas del Sur, que no cumplió con las promesas de apertura de calles ni instalación de servicios. "Rucas del Sur no cumplió con la apertura de calles ni con los servicios que tenía que instalar ni con nada", explica Barrios. Tras la falta de pago y la inacción de la cooperativa, el propietario original, Cristian Makuc, recuperó los lotes y logró una ordenanza municipal que le permitió comercializarlos sin servicios.

"Cuando vamos a la municipalidad o algún ente para tratar de gestionar los servicios, nos dicen todos la misma respuesta: 'bueno, ustedes compraron lotes sin servicio, arréglense'", relata Barrios con evidente frustración. Esta respuesta institucional ignora la realidad técnica y económica: "Es imposible pensar que un grupo de vecinos puede hacer un tendido eléctrico de media tensión de 1 km y instalar dos subestaciones transformadoras".

Los vecinos han desarrollado un sistema de supervivencia casi heroico que incluye situaciones extremas. Para el agua, crearon una red propia que toma agua del arroyo Ñireco y la sube 750 metros hasta unos tanques, desde donde la distribuyen por una red interna. La realidad del esfuerzo comunitario es conmovedora: por ejemplo, un jubilado del vecindario debe descongelar el río para poder subir agua cuando las temperaturas bajan. Sin embargo, esta agua no es potable ni potabilizable, según confirmaron con técnicos de Aguas Rionegrinas, por lo que solo sirve para servicios básicos como lavar ropa y bañarse. El agua potable deben comprarla.

"La verdad es que es mucho más lo que pedimos que nos permitan autogestionar que lo que le estamos pidiendo al estado que haga por nosotros. Pero ni siquiera eso nos dejan", lamenta Barrios. La principal batalla actual es lograr la aprobación de la Comisión de Trabajo, requisito indispensable para tener personalidad jurídica y poder gestionar servicios o solicitar créditos.

El obstáculo burocrático es kafkiano: para formar la Comisión de Trabajo necesitan que el 20% del barrio esté habitado con personas con domicilio en el barrio, pero recién hace cinco meses les aprobaron el nombre de las calles, momento a partir del cual la gente pudo establecer su domicilio legal en el lugar.

La situación se vuelve más absurda cuando Barrios describe cómo las inmobiliarias venden lotes en el barrio: "Te lo proponen como un barrio autosustentable, te lo dicen como único barrio autosustentable de Bariloche y la realidad es que no es lo que queremos nosotros. No queremos ser un barrio autosustentable, no es nuestra idea vivir de la naturaleza".

Los vecinos simplemente quieren lo básico: "Tenemos en un barrio como cualquier otro, nos gustaría poder llegar a casa, prender la luz y tener luz, poder calefaccionarnos, nos gustaría poder tener agua potable. Nos gustaría tener cuestiones básicas que para una familia que tiene una criatura de meses o de años o un adulto mayor, una persona con discapacidad pueda sobrellevar su vida de manera más dignamente".

El contraste con otros asentamientos de la ciudad es elocuente: "Sabemos que hasta las tomas que son personas que han accedido a una tierra que la tienen por la Constitución, que tienen derecho a una tierra y que es la única forma muchas veces que tienen de llegar a una vivienda, tienen hasta luz. Nosotros no, no tenemos nada de eso".

La desesperación es palpable en las palabras de Barrios: "Somos los olvidados de Bariloche. Somos el barrio realmente más olvidado. Nunca vino el intendente a visitarnos, no sabe que ni que existimos realmente, nunca tuvo la deferencia siquiera de venir a visitarnos".

En pleno 2025, mientras Bariloche se promociona como destino turístico de primer nivel, 50 familias viven una realidad que parece de otro siglo. "La verdad es que esta situación es muy difícil, insostenible para nuestro barrio", concluye Barrios, quien espera que la visibilización de esta problemática ayude a encontrar una solución para lo que él no duda en calificar como "una situación desesperante en muchos aspectos".

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