

Por: Bache3000
La cosa venía rara desde el principio. Cortés había prometido que la resolución saldría un lunes, pero se tomó una semana más. Siete días de silencio que ahora cobran sentido: necesitaba tiempo para pulir esta obra maestra de la ingeniería democrática. Mientras tanto, él y la secretaria letrada Yanina Sánchez anduvieron de radio en radio explicando primero que el referéndum se hacía por la Ley Provincial de Municipios, después que no, que era por la Carta Orgánica Municipal, después que sí, que era la COM la que daba las potestades. Un ping-pong jurídico que terminó en el lugar más predecible: la confusión total.
Pero lo mejor estaba por venir. La boleta que diseñaron es un prodigio de la lógica circular. Los casilleros del "sí" dicen una cosa, los del "no" dicen otra, pero ambos terminan votando por lo mismo: si. Es como si te preguntaran si querés tomar café o si preferís una taza de café. La ilusión de la elección, dirían los filósofos; el engaño más descarado, diría cualquiera con dos dedos de frente.
Y por si fuera poco, decidieron que los extranjeros que viven en Bariloche y pueden votar en las elecciones municipales, para este referéndum no cuentan (Gerardo del Río, nacido en otro paísy del partido del intendente ¿Votaría?) Ciudadanos de segunda para la consulta popular, ciudadanos de primera para las elecciones. La democracia a la carta, según el menú del día.
Todo esto sucede mientras Cortés cita ordenanzas que ya no existen, como quien saca de la galera leyes fantasma para justificar lo injustificable. Es el tipo de maniobra que en otros lugares del mundo provocaría manifestaciones en las calles, pero acá parece que nos acostumbramos a que nos tomen el pelo con sonrisas de campaña.
El referéndum ya no es sobre qué queremos para nuestra ciudad. Es sobre si aceptamos que nos traten como idiotas o si todavía nos queda algo de dignidad democrática. Porque cuando todas las opciones llevan al mismo lugar, lo que está en juego no es el resultado de la consulta, sino el respeto por la inteligencia de los ciudadanos.
Bariloche se merece algo mejor que esta farsa. Se merece un referéndum donde el "no" signifique "no", donde los ciudadanos sean todos iguales, donde las reglas estén claras desde el principio. Se merece, en definitiva, que la democracia funcione como lo que dice ser: el gobierno del pueblo, no el circo de los políticos. Y, en donde los temas que se votan y por los cuales se gastan millones, sean todos de importancia.