

Por: Bache3000
El dirigente cipoleño mantiene esas conversaciones que son el deporte nacional argentino: habla con Ariel Rivero, habla con varios dirigentes de la provincia, habla y habla mientras aspira al primer lugar en la nómina de Diputados o tal vez ahora a Senadores. Pero los libertarios rionegrinos —que ya confirmaron a Lorena Villaverde al frente de la lista— lo mandan al segundo lugar del Senado. El mensaje es claro como un cachetazo: acá mandamos nosotros, querido. La pulseada sigue, porque en la política argentina nadie se rinde hasta que se rinde.
Entonces llega el plan B, ese que nadie confiesa pero todos tienen. La flamante fuerza política —llamarla "fuerza" en este punto es un acto de fe— podrá definir sus postulaciones mediante un proceso interno express. ¿Se arma plan B? La pregunta flota en el aire patagónico mientras Tortoriello sopesa sus opciones: integrarse a las listas libertarias como segundón o armar la propia y ser el rey de su pequeño reino electoral.
El juez Gustavo Villanueva, sin saberlo, se convirtió en el dealer de sueños políticos cuando concedió al partido "Creo Río Negro su personalidad jurídica y política definitiva". Ocho páginas de resolución para decir lo que se podría resumir en una línea: ahora podés jugar solo si querés. El magistrado, con esa solemnidad que caracteriza a los fallos judiciales, establece que la cosa está cumplida y detalla las normativas que deberá observar la nueva agrupación. Lo que importa es lo otro: "habilita la agrupación a las postulaciones de candidatos propios" y el acceso a los aportes públicos. Plata del Estado para financiar el sueño.
La historia tiene sus ironías: en abril, el juez Hugo Greca le había dado el reconocimiento provisorio. Para esa época, Tortoriello ya coqueteaba con los dirigentes nacionales de LLA y hablaba de entendimientos electorales para octubre. Era la época dorada del romance, cuando todo parecía posible y las diferencias se limaban con buenas intenciones y promesas de futuro.
Pero la política argentina es así: cambiante como el clima patagónico. A principios de año, Tortoriello se alineó con Javier Milei —porque había que alinearse con alguien— y renunció al PRO, ese partido que había presidido hasta mediados de 2024. Fue su carta de presentación en sociedad libertaria: mirá, dejé todo por vos.
Ahora, con el reconocimiento definitivo en la mano y las conversaciones con Rivero y otros dirigentes provinciales en curso, Tortoriello tiene lo que todo político sueña: opciones. Puede seguir negociando desde una posición más fuerte o, si las cosas se ponen feas, agarrar sus papeles y armar su propio espectáculo para octubre. Al fin y al cabo, en la política argentina siempre hay un plan B. Y si no lo hay, se inventa.