martes 26 de agosto de 2025 - Edición Nº194

Sólo el vecino salva al vecino | 24 ago 2025

AY, CHUPETE

La reina, la topo, el baño y la corona: autopsia de una elección tramposa

"Sabemos quién sos": el nombre del grupo de WhatsApp que usaron para aterrorizar a las candidatas a Reina de la Nieve. Una funcionaria que las insultaba, un sistema de votación sospechado, interrogatorios en baños y una elección que terminó con abucheos al intendente. La crónica de cómo Bariloche perdió la inocencia en una sola noche.


Por: Bache3000

Todo empezó como siempre empiezan estas cosas: mal. O mejor dicho, empezó como tenía que empezar para terminar como terminó, que es la forma más elegante de decir que era un desastre anunciado desde el primer día, desde la primera reunión en algún despacho municipal donde alguien dijo "este año vamos a hacer las cosas bien" y todos asintieron sabiendo que mentían.

Bariloche es una ciudad que se toma muy en serio sus rituales. La Fiesta Nacional de la Nieve es uno de esos eventos que parecen diseñados para que todo el mundo finja que está pasando algo importante mientras en realidad no pasa nada, o pasa exactamente lo contrario de lo que debería pasar. Este año, sin embargo, la ficción se desplomó con el estruendo de una avalancha.

Primero empezaron los problemas entre las candidatas. Rispideces, como se dice elegantemente. Pero en realidad era algo más espeso, más viscoso. Las tensiones se cortaban con cuchillo desde el principio, porque detrás de todo este circo estaba la política, esa bestia que se mete en todos lados y lo contamina todo con su lógica perversa. La Fiesta Nacional de la Nieve, que en teoría debería ser una celebración, se había convertido en otra oportunidad para que el intendente y los candidatos electorales se mostraran ante las cámaras. Las candidatas a reina eran apenas decorado en un espectáculo que no tenía nada que ver con ellas.

Sergio "Chupete" Herrero, secretario de turismo, y Jackie Pinchuman, la coordinadora de las reinas, tenían la misión imposible de hacer que todo funcionara según el libreto. Pero los libretos, como se sabe, son papeles que se rompen cuando la realidad los toca. Y la realidad de esta Fiesta era que las candidatas no estaban dispuestas a quedarse calladas ante las injusticias.

Luego vinieron los problemas con el sistema de votación. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que cuando los links de votación te llevan a las reinas del año pasado, el sistema no está funcionando como debería. Bache 3000, ese medio digital que tiene la mala costumbre de fijarse en los detalles incómodos, lo había anticipado. Los organizadores dijeron que era un problema técnico. Corte de luz, dijeron. Como si la electricidad tuviera algo que ver con que la gente pudiera votar las veces que quisiera sin ningún tipo de control.

Varias personas habían intentado votar, y los links dirigían a los votantes a las candidatas del año pasado. Luego, otros tantos habían podido votar varias veces. Varias candidatas señalaron sus quejas internamente respecto la votación. En ese momento, a través de un audio que llegaría a Bache 3000, Pinchuman calmaba las aguas: "sólo fue el corte de luz", aunque reconocía que había habido inconvenientes.

Cuando se filtró ese audio, la cosa se puso fea. Pinchuman entró en pánico. Las encerró en el baño de Grisú. "nosé como nadie cuenta esto aún! El día del desfile de Grisú Jackeline Pichuman la coordinadora de la candidatas nos encerró a todas en el baño para que le digamos quién era la 'TOPO'", dice el mensaje que llegó a este medio. Luego esto fue coorroborado con varias entrevistas. La coordinadora quería saber quién había filtrado el audio. Dijo que lo sabía, pero no era cierto. La reunión fue para infundir miedo, para presionar psicológicamente a la que había cometido el pecado de decir lo que estaba pasando puertas adentro de la elección de la reina, todo con fondos públicos.

Después vino la operación psicológica. Dio instrucciones para armar un WhatsApp con el nombre del grupo: "sabemos quién sos", con foto de una corona y ese lema impreso. Todo, para presionar a la supuesta sospechosa, para que hablara, para que renunciara. En realidad, eran todas suposiciones. Nunca se enteraron quién había sido. Pero sí lograron lo que querían: atemorizar a todas las candidatas, incluso a las que no tenían nada que ver. Todas querían que ese infierno terminara.

Sin embargo, luego se filtraron más audios. En estos, Pinchuman nombraba a una de las candidatas como "pelotuda", "zorra", etcétera. Algo completamente impropio para una funcionaria pública. Pinchuman, al igual que otros, proviene de la estructura del sindicato de comercio, con un programa en ABTV. En esos audios, los insultos volaban como copos de nieve en una tormenta, pero del tipo que lastima.

La respuesta oficial fue tan predecible como patética. Les habían pedido a las candidatas que denuncien al Bache 3000, en sus redes. Como si el problema fuera quien contaba lo que pasaba y no lo que efectivamente pasaba. Hasta la coordinadora y Sergio Herrero dijeron ante dos medios de comunicación que habían hecho una denuncia "penal" en la justicia. Todo una maniobra burda, inexistente, a la altura de la calidad de estos funcionarios públicos. Era el clásico movimiento de manual: cuando no podés defenderte de las acusaciones, atacá al que las hace. Cuando no podés explicar las irregularidades, inventá que el que las denuncia es un delincuente.

Pareciera ser que en este gobierno nadie se da cuenta que son funcionarios públicos, y lo que ello implica.

Llegó la noche de la coronación. Habló Sergio Herrero, el secretario de turismo, el mismo que había negado que había existido irregularidades en el mecanismo digital para la votación, presentó al intendente. El intendente hizo un discurso político, y fue abucheado por la multitud, algo que desencajó a todos pero fundamentalmente al propio jefe comunal.

Luego se nombraron a las tres ganadoras, hasta que llegó la frutilla del postre: la voz del locutor dijo que Camila Covichi había sido elegida como primera princesa con 3972 votos, María José Fuentealba como segunda princesa con 1979 votos. En total votaron más de 27.900 personas. Y finalmente, con 6278 votos, la candidata 12, Agustina Vida, se coronó como la nueva Reina de la Nieve.

Todas las demás candidatas se miraron entre sí. Ahí, en el escenario no dijeron nada, pero más tarde llorarían, se enojarían, porque no querían escuchar ese nombre como ganador. "Cualquiera menos ese nombre", cuentan a Bache 3000 varias candidatas.

Acusaban, lisa y llanamente, que existió un fuerte maltrato de la ganadora a las demás candidatas. Y cada una cuenta su anécdota. Su versión de los hechos.

Y ahí todo estalló. Muchas, sino casi todas, sospechan de la vulnerabilidad del mecanismo de votación, algo que este medio había informado en su momento y había sido desmentido por la coordinadora y Herrero. Cuando se supieron los resultados, hubo más irregularidades: nadie vio los resultados firmados por la escribana. Los resultados los vocearon.

Los resultados que se hicieron visibles eran apenas algo escrito de puño y letra, sin sellos, ni firmas, ni nada que le diera un viso de legalidad. A dos candidatas se les dijo que no tenían votos, algo que resultaría imposible: todas tienen familiares, amigos, ellas mismas. Hubo varias que hicieron recuentos con sistemas paralelos de conteo: a una le daba 1900 y obtuvo 500. Pero nadie vio los resultados oficiales, y la organización no los quiso mostrar.

Después, las candidatas que no ganaron armaron una nota dirigida al intendente, pero esa rebelión fue apaciguada con amenazas como "les podemos hacer una denuncia por arruinar la imagen de la fiesta". Esa nota hubiera sido un escándalo. Le pedían al intendente que revisara los resultados, y que permitiera que se muestren a todas las participantes. Allí también le apuntaban a la reina ganadora, y pedían que le quitara el premio y la corona, por tener conductas que iban contra los parámetros de ética requeridos para el cargo. Algo similar a lo que se le cuestiona al actual intendente. Además, señalaban que la reina en funciones no era bombera, algo que había sido parte de su presentación.

Todo lo que saliera en los medios arruinaría la imagen institucional y de la propia elección de la reina. Todo fue prolijamente silenciado, como es la costumbre. Lo cierto es que los resultados están cuestionados. Una de las candidatas señala: "el novio de la reina es programador, lo dijo en una radio de Cortés", dejando una intriga en el aire. Lo cierto es que a Bache 3000 habían llegado cientos de mensajes con la vulnerabilidad del sistema, y la forma en que el sistema podía ser adulterado. Pero nadie verá jamás los resultados, ni la firma de aceptación de las candidatas de tales números. Sencillamente porque eso no existe.

El año pasado todos los resultados fueron públicos y estuvieron a la vista de todas las candidatas.

Por esa misma razón, es que hoy no pueden decir nada desde el oficialismo respecto cómo funcionó el proceso de votación. Sería admitir la pésima organización, la poca confiabilidad, y la vulnerabilidad del sistema. Su propia impericia se convirtió en la cadena que hoy le impide algún movimiento. Y deben tolerar a una ganadora que no quieren. No la quieren las ex candidatas, y tampoco el propio oficialismo. Y deberá estar así por un año.

Cuando se cuestionaba hace tiempo atrás este tipo de competencias, la pregunta era qué es lo que saca de las personas. Qué clase de monstruo se alimenta de la competencia sin límites, del individualismo feroz, de la necesidad de ganar a cualquier precio. La respuesta estaba ahí, en ese baño de Grisú donde se interrogaba a las candidatas como si fueran criminales, en los audios donde se las insultaba, en la presión psicológica para mantener el silencio. Nada bueno puede salir de una organización que invita a este tipo de dinámica, donde lo que importa no es celebrar sino controlar, donde la fiesta se convierte en un operativo de inteligencia, y de pujas estériles financiadas con dinero público.

Al final, como siempre pasa con estas historias, no quedaron reinas ni princesas. Quedaron víctimas de un sistema que las había usado como peones en un juego que nunca fue suyo. El resto de las candidatas se callaron por miedo, por no quedar mal, pero se despertarían más tarde, sobre todo porque el municipio hizo movilizar familias, recursos, ganas, y proyectos de cada una de las jóvenes. Todo para terminar así, con desconfianza de la transparencia. Y quedó la sensación de que en Bariloche, como en tantos otros lugares, la política es capaz de contaminar hasta las cosas más simples, hasta una elección de reina de la nieve, hasta convertir una fiesta en una pesadilla.

La olla se destapó, sí. Y lo que salió no era precisamente perfume. Era el olor acre de lo oscuro, del poder ejercido sin escrúpulos, de la manipulación convertida en método. Era el olor de algo que se pudre desde adentro, mientras por fuera sigue brillando con las luces de la fiesta. Y en el medio de todo eso, la mentira como herramienta de gestión, la denuncia penal inexistente como cortina de humo, la amenaza como forma de silenciar la verdad.

Todo tan burdo, tan desesperado, tan patético como corresponde a funcionarios que confunden el poder con la impunidad y la gestión pública con la mafia de barrio.

La corona sigue ahí, brillando bajo las luces de la municipalidad. Pero ya nadie la mira como antes. Ahora todos saben de qué está hecha: no de oro ni de sueños cumplidos, sino de mentiras, amenazas y votos que probablemente nunca existieron. Es una corona maldita, y quien la porte carga con esa historia.

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