lunes 08 de septiembre de 2025 - Edición Nº207

El Bardo de Siempre | 7 sep 2025

ARRANCA LA ELECCIÓN EN RN

La derrota que llega como tren de madrugada

Hay algo que los políticos rionegrinos no terminan de entender —o fingen no entender, que es distinto pero viene a ser lo mismo—: que las derrotas de Buenos Aires viajan más rápido que las victorias. Y esta vez el tren llegó de madrugada, cargado de malas noticias para unos y esperanzas renovadas para otros.


Por: Bache3000

Alberto Weretilneck lo sabe. Lo sabe como saben los que han estado ahí, respirando el aire enrarecido del poder provincial, midiendo cada palabra, cada gesto. La victoria del peronismo en Buenos Aires no es solo una victoria: es una advertencia, una promesa, una amenaza. Y también es una esperanza para su espacio. Kicillof ya no es solo el gobernador de la provincia más grande del país; ahora es el tipo que puede ganar elecciones cuando todo parecía perdido. Y eso, en política, es lo que separa a los que quedan de los que se van.

Pero acá, en Río Negro —esa provincia que parece tan lejos de todo y que sin embargo está tan cerca de las decisiones que se toman en los despachos porteños—, las cosas tienen su propia lógica. Juntos Defendemos Río Negro no se rinde. Tiene treinta intendentes, treinta pequeños feudos que pueden mover votos, que pueden explicar por qué tal candidato sí y tal otro no. Treinta tipos que conocen cada barrio, cada problema, cada promesa incumplida.

Y después está La Libertad Avanza, que llegó gritando y que ahora se encuentra con que los gritos no siempre alcanzan. Lorena Villaverde, la que querían que fuera la Karina Milei de Río Negro —como si las provincias fueran franquicias de un modelo que se exporta desde Buenos Aires—, se encuentra con que ser copia nunca fue garantía de éxito. Las denuncias la persiguen como sombras al mediodía: están ahí, son evidentes, pero nadie quiere mirarlas de frente.

Tortoriello calla. Y en política, cuando alguien que siempre habló se calla, es porque está calculando. Sus amigos —esos que en política siempre son amigos hasta que dejan de serlo— dicen que está arrepentido. Que se va a despegar de Villaverde apenas pueda. Que ya está pensando en el después. Como si la política fuera un juego de sillas musicales donde lo importante es no quedarse parado cuando para la música.

Ahí es donde aparecen los otros: Ariel Rivero, Juan Martín. Los que esperaban su turno, los que sabían que en algún momento iba a llegar. Rivero tiene algo que en política vale más que el dinero: la credibilidad del que denunció cuando denunciar no era popular y, por suerte para él, la lucidez de nunca haber aceptado el convite para ser parte de LLA. El que dijo lo que había que decir cuando otros callaban y el que supo decir que no cuando otros se subían al carro. Ahora tiene un chance real. Juan Martín, desde el PRO, también espera su momento, calculando si es hora de avanzar o de seguir esperando. Eso, en una provincia donde todos se conocen, donde los rumores viajan más rápido que las noticias, puede valer una elección.

Pero acá está la trampa, la que siempre está: todo depende de que la gente vaya a votar. Y la gente, hay que decirlo, está cansada. Cansada de promesas, cansada de escándalos, cansada de que les digan que esta vez sí va a ser distinto. Por eso lo de Buenos Aires importa: porque demostró que todavía se puede. Que la gente todavía cree, todavía espera, todavía vota.

Ahora empieza la campaña de verdad. No la de las oficinas y los despachos, sino la de ir a tocar timbres, la de pararse en las esquinas, la de convencer de a uno. La de explicar por qué vale la pena creer, por qué vale la pena el esfuerzo de ir hasta la escuela un domingo a marcar una boleta.

Y mientras tanto, desde Buenos Aires, Kicillof mira hacia el sur. Porque sabe lo que todos saben pero pocos dicen: que las elecciones provinciales son ensayos generales de las nacionales. Que Río Negro, como todas las provincias, es un laboratorio donde se prueban discursos, candidatos, estrategias.

La política argentina, esa máquina perfecta de generar expectativas y frustraciones a partes iguales, vuelve a ponerse en marcha. Y en Río Negro, como en todos lados, hay algunos que duermen tranquilos y otros que se despiertan a las tres de la mañana preguntándose qué va a pasar.

La campaña arrancó. Lo que venga después, nadie lo sabe. Pero todos hacen como si lo supieran.

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