

Por: Bache3000
Las cifras preliminares muestran al Partido Justicialista liderando en seis de las ocho secciones electorales, con performances destacadas en la primera sección (43%), tercera sección (50%) y octava sección que incluye La Plata (43%). La Libertad Avanza logra imponerse únicamente en la quinta y sexta sección, tradicionales bastiones del interior bonaerense, con 45% y 44% respectivamente.
Lo más sorprendente del escrutinio es que el peronismo está ganando en distritos donde históricamente perdía, evidenciando un cambio profundo en las preferencias electorales bonaerenses. Incluso en la segunda y cuarta sección, donde La Libertad Avanza compite de cerca, el PJ mantiene una ventaja que resultará decisiva en el cómputo final.
Esta victoria marca un punto de inflexión para Kicillof, quien ha construido su liderazgo manteniéndose deliberadamente alejado tanto de La Cámpora como del cristinismo duro. Su estrategia de autonomía política se ve ahora validada por las urnas, fortaleciendo su posición en el debate interno del peronismo, que promete ser tan intenso como la confrontación externa con el gobierno de Javier Milei.
El triunfo bonaerense abre un nuevo capítulo para el justicialismo nacional. Con Cristina Fernández de Kirchner imposibilitada legalmente de ser candidata, se desvanecen las excusas del oficialismo nacional, que hasta ahora centraba su discurso en la confrontación con el kirchnerismo tradicional. Milei pierde así su principal antagonista simbólico y se enfrenta a un peronismo que muestra signos evidentes de renovación.
Para Kicillof, estos resultados representan mucho más que una victoria electoral provincial. Lo posicionan como el líder natural de un espacio político que busca reinventarse, alejándose de las figuras que marcaron la última década. Su capacidad para ganar en territorio tradicionalmente adverso demuestra que ha logrado construir un discurso que trasciende las divisiones internas del peronismo.
El panorama que se dibuja después de estos comicios provinciales es el de un peronismo que da sus primeros pasos hacia la renovación generacional, con Kicillof como su figura más visible. La contundencia de la victoria bonaerense no solo consolida su liderazgo provincial sino que lo proyecta como una alternativa nacional viable, en un momento donde el gobierno nacional enfrenta crecientes desafíos económicos y sociales.
La política argentina ingresa así en una nueva fase, donde las viejas polarizaciones comienzan a desdibujarse y emergen liderazgos que prometen redefinir los términos del debate público nacional.