martes 09 de septiembre de 2025 - Edición Nº208

El Bardo de Siempre | 9 sep 2025

LA DE SIEMPRE

Bariloche bajo la nieve: sin luz, sin calles, sin clases

10:16 |Otra vez la misma mierda. Otra vez la nieve cayendo sobre Bariloche, esa ciudad que vive de venderse como paraíso invernal pero que cada vez que nieva en serio se convierte en un circo de incompetencia y caos. Las máquinas brillaron por su ausencia, dicen los vecinos. Los chicos se quedaron en casa. Y los padres, puteando. Bariloche, el de siempre.


Por: Bache3000

Esta mañana del 9 de septiembre, la perla de la Patagonia amaneció blanca y paralizada. Los árboles cargados de hielo, las calles convertidas en pistas de patinaje, y los funcionarios municipales probablemente mirando por la ventana como si fuera la primera vez que ven nevar en los estos lares.

Las máquinas viales llegaron tarde, como siempre. Las rutas sin sal, sin tierra, sin nada que se parezca a la previsión. En una ciudad que supuestamente vive del turismo de invierno, que se jacta de ser el destino de nieve por excelencia, no tener las calles preparadas es como ser chef y no saber hervir agua.

Los automovilistas varados en las avenidas, los colectivos patinando como pingüinos borrachos, la gente caminando con el miedo metido en los huesos de resbalar y partirse algo importante. El chocolate caliente en las confiterías del centro se volvió más necesario que nunca.

El Consejo Escolar Zona Andina, en su sabiduría infinita, primero pensó que retrasando un poco el horario todo se arreglaría. Como si la nieve fuera a derretirse por decreto municipal. Después, cuando los mensajes de pánico empezaron a llegar de todos lados, San Carlos de Bariloche, Dina Huapi, Pilcaniyeu, Villa Llanquín, Villa Mascardi, decidieron hacer lo único sensible: mandar a todos a casa. Como en las películas de Vietnam.

Suspendieron las clases hasta mañana. Los chicos felices de no tener que caminar por la nieve hasta la escuela, los padres puteando porque ahora tienen que quedarse en casa, los maestros aliviados de no tener que lidiar con aulas heladas y pibes mojados hasta los huesos.

Cientos de mensajes llegaron a las autoridades. La misma queja de siempre: no hay previsión, no hay preparación, no hay nada que se parezca a un plan. Irónico para una ciudad que cobra fortunas por ser destino de invierno pero que colapsa cuando el invierno llega de verdad.

Los turistas en los hoteles del centro mirando por las ventanas, algunos decepcionados porque no pueden salir a conocer la ciudad, otros fascinados por el espectáculo. Los locales sabiendo que esto pasa todos los años y que el año que viene volverá a pasar igual.

Pero la nieve no tiene la culpa. La nieve hace su trabajo, cae cuando tiene que caer, cubre lo que tiene que cubrir. Son los hombres los que fallan, los que se sorprenden, los que corren como gallinas descabezadas cuando la realidad les pega una cachetada blanca y fría.

Hoy evaluarán la situación para el turno tarde. Mañana, como siempre, será otro día de improvisar, de reaccionar tarde, de hacer malabares con la incompetencia disfrazada de gestión turística.

Mientras tanto, la nieve sigue cayendo sobre los lagos, sobre los bosques, sobre las calles sin preparar, indiferente a los comunicados oficiales, a las quejas, a la falta de previsión. Cayendo como ha caído siempre sobre la Patagonia, recordándole a esta ciudad de postal que la naturaleza no negocia horarios con los vendedores de sueños.

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