

Por: Bache3000
En un día frío y nevado de Bariloche, Olga camina por las calles de tierra del barrio Pilar 2. Su voz se quiebra al recordar el momento más difícil de su vida: cuando su hija fue asesinada y la policía nunca pudo llegar hasta su casa. La noticia le llegó por teléfono, como si fuera una llamada cualquiera, pero detrás había una tragedia que pudo haberse evitado.
El problema es tan simple como devastador: su barrio no tiene calles con nombres oficiales, no aparece en el mapa de la ciudad, no tiene direcciones reconocidas. Para el sistema, Pilar 2 simplemente no existe. "No poder llamar una ambulancia, no tener acceso a una garrafa, ni siquiera tener una dirección que me reconozca en el mapa de la ciudad", relata Olga a la legisladora González Abdala, que publicó el caso en redes sociales.
Esta realidad que vive Olga se repite otros barrios de Bariloche. La falta de nomenclatura urbana no es solo una cuestión administrativa: es una barrera invisible que separa a los ciudadanos del acceso a servicios básicos y derechos fundamentales. Cuando una emergencia ocurre, cuando alguien necesita una ambulancia, cuando los bomberos deben actuar o la policía debe intervenir, la ausencia de un nombre de calle se convierte en una condena.
En los últimos días, la vecina tuvo una reunión con la concejal Laura Totonelli para avanzar en una legislación que permita ponerle nombre a las calles del Pilar 2. "Es uno de los primeros barrios de Bariloche, cómo puede ser que no tengamos nombres en las calles", señaló la vecina con bronca.
El caso de Olga expone una problemática que no puede seguir ignorándose en Bariloche. Cada barrio que permanece sin nomenclatura oficial es una comunidad invisible para el sistema, una zona donde los derechos básicos quedan suspendidos por la simple ausencia de un cartel que diga "Calle" seguido de un nombre.