

Por: Bache3000
La cosa empezó como empiezan las buenas cosas en los pueblos chicos, con gente que se mueve desde lejos para estar presente. Liliana Campazzo se vino desde El Cóndor, en la otra punta de la provincia. Ludmila Rula llegó desde Fiske Menuco. Silvia Urtubey tuvo el privilegio de hacer apenas seis o siete cuadras porque jugaba de local. Dante Sepúlveda también puso su palabra de bienvenida en un panel que tenía pinta de lujo patagónico.
Pero había algo más en el aire. Tamara Padrón Abreu, la directora de Ediciones Las Guachas, junto con Julieta Santos, tenían una emoción encima que daba ternura verlas. Parecían no poder creer que están editando a la Cros, como si el privilegio de tener sus textos en las manos les resultara todavía imposible de procesar. Y razón no les falta, porque el catálogo que están armando es de otro planeta.
Ediciones Desmesura, por su parte, preparó un tríptico precioso que recogía párrafos de las granaderas de ayer, esas voces que fueron abriendo camino para que noches como esta fueran posibles. Porque de eso se trata también, de la construcción colectiva de un espacio donde la palabra puede ser cuidada, querida y celebrada.
La Cros, maestra incansable de escritores y escritoras, oradora que hipnotiza cuando agarra el micrófono, leyó algunas entradas de "Un amor imposible" y ahí fue donde la cosa se puso interesante. Porque no solo leía, sino que iba dando pistas sobre el contexto de escritura, esos datos de color que solo emergen cuando la complicidad entre el público y la artista es un hecho consumado. Y así, entre lectura y comentario, entre guiño y revelación, fue tejiendo la historia de amor entre Johnny Prosa y Blanquita Amaro, esos personajes que ya tienen cautivados a quienes leyeron "El trébol africano", el primer tomo de esta trilogía que ya tiene listo el tercero en las manos confiables de sus editoras.
¿Por qué escribe entre esas fechas exactas cada año? Ahí entra la escritora y te enrosca y te lleva y te trae hasta que te enterás de qué va, pero para entonces ya es tarde, ya te envolvió y no parás hasta llegar al final. Porque la Cros tiene eso, la capacidad de generar adicción literaria en estado puro.
La sala llena, organizada por la Secretaría de Turismo y Cultura de Dina Huapi, fue testimonio de algo que trasciende la mera presentación de un libro. Fue la celebración de la vida de la palabra de una poeta que sigue escribiendo, sigue enseñando, sigue convocando. Y si todo sale como debe salir, el año que viene repetiremos el festín, pero con lucecitas de colores y dulces y alta convocatoria, porque estas cosas hay que celebrarlas como se debe.
(NOTA TOMADA DEL PERFIL DE ROBERTO SZMULEWICZ)