

Por: Bache3000
Aunque ya no forme parte del Gobierno municipal, Guido Tripolatti continúa declarando y sumando elementos probatorios en la causa que investiga un hecho ocurrido en diciembre del año pasado, cuando el ex funcionario obligó a un agente de tránsito a no multar a un conductor de la aplicación Uber.
Según consta en el relato judicial y en diferentes declaraciones públicas de Tripolatti, fue el propio Walter Cortés que levantó el tubo y tomó la decisión de que la Municipalidad mire para otro lado. El encargado de ejecutar esa orden fue el hombre que hoy enfrenta la acusación del fiscal de Marcos Sosa Luckman sobre abuso de autoridad y amenazas.
Como bien saben los barilochenses, toda esta situación se da en un marco crítico del funcionamiento de las aplicaciones de transporte en la ciudad, donde por un lado la orden que bajó el Ejecutivo es de secuestrar los autos de los conductores que trabajan con Uber y las otras apps, pero por otro el Intendente privilegia a sus amistades por sobre la ley. Como siempre, en el medio los trabajadores municipales, en este caso de Tránsito, que dijeron basta y dieron inicio a un periplo judicial en los trubunales provinciales.
En los últimos días, Guido Tripolatti declaró en la causa al igual que el actual titular de Tránsito y Transporte, Carlos Cattini. El ex funcionario ya había entregado el contenido de su celular a la justicia donde efectivamente existía el famoso llamado de Cortés, dando la orden de no accionar con el secuestro del rodado.
Esto, lo complica en la causa al intendente, dado que se comprobaría un delito.
En paralelo, fue un pedido al Trubunal de Contralor que elevó la tensión entre el ex funcionario y el Intendente. El organismo de control respondió a una consulta del área legal municipal y fundamentó la decisión de separar a Tripolatti en el resguardo del interés público y la ética administrativa. El cuestionamiento principal se vincula con la elaboración y firma de un acta acuerdo con transportistas durante el último mes de junio, acción para la cual su cargo no lo habilita formalmente.
Más allá de la gravedad institucional de esta hecho banal, donde el abuso de autoridad es notorio, el capitulo tiene otra arista más que interesante: el conductor de Uber que gozó de ser amigo del poder es nada más y nada menos que el gerente del supermercado Carrefour. Sí, aunque usted no lo crea.
Cortés conoce al gerente del supermercado por su actividad gremial en el sindicato de comercio, un rol donde la historia dice que están sentados en la vereda del frente. Uno, tratando achicar gastos, el otro, en teoría, defendiendo los salarios de los trabajadores.
La causa que realizó una agente de Tránsito avanza y no se descarta alguna sanción judicial a Walter Cortés, que en definitiva fue quien tomó la decisión, cual César, de no multar a su amigo gerente. En los próximos días habrá más novedades.