domingo 05 de octubre de 2025 - Edición Nº234

El Bardo de Siempre | 5 oct 2025

VILLAVERDE EN LA MIRA

Cuando las evidencias rebotan: el núcleo duro, el goteo y la sorpresa de Bariloche

09:04 |Hay algo en los escándalos políticos que funciona como esas piedras que se tiran al agua: el impacto es evidente, pero las ondas se expanden de maneras impredecibles. El affaire Villaverde-Cicarelli-Espert tiene esa cualidad perturbadora de los hechos que parecían anecdóticos hasta que dejaron de serlo. Y ahora todos miran hacia las elecciones con una mezcla de expectativa y desconcierto, como quien lee una novela cuyo final todavía no está escrito.


Por: Bache3000

Los medios trataron el caso con la lógica de estos tiempos: primero el estallido, después la acumulación, luego el goteo. El diputado Martín Soria exhibió en el Congreso los documentos sobre la detención de Villaverde en Florida en 2002 con cocaína, luego aparecieron las causas por fraude inmobiliario, el embargo de cincuenta millones de pesos, el vínculo con Claudio Cicarelli —primo y presunto testaferro de Fred Machado, el empresario acusado de narcotráfico que está detenido—, y finalmente el crédito hipotecario sospechoso del Banco Nación por doscientos veinticinco millones de pesos para comprar una casa de casi cuatrocientos mil dólares. Cada nueva información fue una gota más en el vaso. La oposición aprovechó cada grieta. Patricia Bullrich, desde su lugar de ministra de Seguridad, exigió que Espert vuelva a los medios y "conteste claro". El escándalo se convirtió en combustible de campaña para quienes buscan erosionar la imagen libertaria del discurso moral.

Y es que ellos quieren que las elecciones sean "ayer". Cada día que pasa es un día más de desgaste, porque lo que pasó los contradice con su propio discurso. La Libertad Avanza construyó su identidad sobre la batalla moral, sobre la "ficha limpia", sobre el rechazo absoluto a la "casta corrupta". Y ahora tienen a una candidata al Senado vinculada sentimentalmente con el primo de un narco, con antecedentes judiciales en Estados Unidos, con causas por estafa inmobiliaria. Espert, por su parte, tuvo que admitir que usó el avión y la camioneta blindada de Machado durante la campaña de 2019, aunque se escuda diciendo que no podía saber qué haría esa persona años después. La narrativa libertaria se tambalea cuando sus propios protagonistas parecen reproducir las prácticas que denuncian en otros.

El goteo de votos puede existir. Es posible que algunos electores que confiaban en el discurso de renovación se sientan traicionados y migren hacia otros espacios. Pero también es cierto que hay un núcleo duro que confía en que todo es una operación del kirchnerismo. A veces sorprende lo mucho que pueden rebotar las evidencias en la mente de las personas, cuando consideran que el mundo es de una forma y no de otra. Para ese sector, Soria es simplemente un operador político revanchista, Villaverde es una víctima de una "trampa" de hace más de veinte años, y Espert está siendo perseguido porque representa una amenaza al establishment. La polarización funciona como un escudo: lo que para unos es prueba contundente, para otros es conspiración.

Lo primero que llama la atención es cómo este episodio —que podría haber quedado en la crónica policial de las internas libertarias— terminó generando expectativas en actores que, en principio, poco tienen que ver entre sí. Rivero, por ejemplo. Fue el primer candidato de Milei, ese dato que ahora se recupera con cierta nostalgia fundacional, y fue también quien advirtió sobre Villaverde cuando nadie prestaba atención. Hay algo de reivindicación anticipada en su posición actual: la del que vio venir lo que otros ignoraron. Esa capacidad de haber señalado el problema antes de que explotara le otorga un capital político difícil de mensurar pero imposible de ignorar.

El PRO, por su parte, enfrenta una paradoja que es casi existencial. Alguna vez fue el partido que representó el antikirchnerismo, la alternativa ordenada, la promesa de gestión eficiente. Ahora observa desde la baranda cómo el escándalo afecta a quienes ocuparon ese espacio simbólico. Juan Martín, del PRO rionegrino, le pidió a Milei que "se libre de los impresentables" y que "suba la vara". No es que el PRO esté exento de problemas —nunca lo estuvo—, pero la implosión ajena siempre genera oportunidades. La pregunta es si tienen la capacidad de capitalizarlas o si simplemente asistirán, una vez más, como espectadores de su propia irrelevancia.

Juntos, en tanto, apuesta a la vereda del medio, ese lugar incómodo y a veces fértil donde se cosechan los votos de los indecisos. Confían en la tracción de los intendentes, en ese poder territorial que se mide en obra pública, en presencia cotidiana, en ese tipo de política que no sale en los titulares pero que moviliza voluntades. Es una estrategia menos ruidosa que la de los libertarios, menos confrontativa que la del kirchnerismo, y quizás por eso mismo tiene chances de funcionar en un electorado cansado de estridencias.

Y luego está Fuerza Patria, que se mueve con otra lógica, con otra velocidad, con otra certeza. No buscan ampliar la base de sustentación porque consideran que no lo necesitan. Se muestran ganadores, hacen actos con militantes, repiten consignas entre los convencidos. Hay algo de comodidad en esa estrategia, como si el trabajo sucio —el desgaste del gobierno, la erosión de la imagen libertaria— lo estuviera haciendo la propia LLA. Para qué esforzarse en convencer a los tibios si el adversario se encarga de espantarlos por sí solo. Es una apuesta arriesgada pero coherente: esperar que el escándalo haga el trabajo que ellos no están dispuestos a hacer, que la indignación ajena construya el voto propio. Tal vez funcione, tal vez no. Pero mientras tanto, se mueven poco, hablan entre ellos, y confían en que octubre les dará la razón sin que tengan que salir demasiado a buscarla.

Pero el verdadero enigma —el laboratorio donde se pondrá a prueba todo esto— es Bariloche. Dicen que puede ser "la sorpresa", y no es una frase hecha. Tanto el gobierno provincial como el municipal le están poniendo fichas, recursos, atención. Hay una apuesta deliberada por convertir a la ciudad en un caso testigo, en la prueba de que algo puede funcionar cuando hay voluntad política y coordinación. Claro que los problemas están ahí, visibles y urgentes: las escuelas que no funcionan como deberían, los hospitales al límite, el vertedero municipal que sigue siendo una promesa incumplida (ratificada este 3 de mayo). Son problemas concretos, tangibles, del tipo que no se resuelve con discursos.

Los empleados públicos y los ususuarios (que son miles), no será un voto que vaya a JDRN.

Y sin embargo, hay algo que nadie puede anticipar con certeza: cómo impactarán las formas del intendente en el electorado de clase media y media alta. Porque en política las formas no son accesorias; son, muchas veces, el mensaje mismo. La manera en que se habla, en que se construye cercanía o distancia, en que se transmite confianza o desconfianza. Ese segmento del electorado —educado, crítico, exigente— suele ser sensible a las formas, incluso más que a los contenidos. Y ahí es donde la incertidumbre se vuelve total.

Lo cierto es que nadie sabe qué va a pasar. El escándalo removió certezas y abrió interrogantes. Rivero tiene una carta de legitimidad histórica. El PRO tiene la memoria de lo que alguna vez fue. Juntos tiene los intendentes y la promesa del equilibrio. Y Bariloche tiene la mirada de todos puesta encima, como si en esa ciudad de montañas y lagos se fuera a dirimir algo más grande que una elección local.

Tal vez lo que está en juego no es solo quién gana, sino qué tipo de política termina validándose. Si la de la anticipación y la advertencia temprana. Si la de la gestión silenciosa y territorial. Si la del discurso moral que se contradice con los hechos pero mantiene su núcleo duro intacto. O si, finalmente, la de las formas correctas en el momento indicado. Por ahora, solo quedan las expectativas. Y esa sensación, familiar en la política argentina, de que todo puede cambiar en cualquier momento, o de que nada va a cambiar nunca.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias