

Por: Martín Pargade
La drástica disposición quedó plasmada en un comunicado interno enviado a toda la comunidad educativa: "Buenas tardes, queríamos reiterar el pedido a toda la comunidad docentes, Psa y Preceptores recordando las normas de convivencia con los estudiantes, respeto a no tener ningún tipo de contacto físico con estudiantes (saludo, beso, abrazo, palmada, etc). Nos llega información que existen este tipo de interacciones, ante lo cual pedimos cuidarnos entre tod@s. Lo hablaremos también en la formación con los alumnos/as MUCHAS GRACIAS".
Esta restricción, que elimina hasta los gestos más básicos de interacción humana en el ámbito escolar, es vista por docentes como el punto más grave de un proceso conflictivo que se habría desencadenado tras un incidente entre un educador y una alumna. La magnitud de la medida refleja, según testimonios de trabajadores que prefieren mantener el anonimato, un manejo institucional cuestionable que terminó afectando a toda la comunidad educativa.
El conflicto se habría iniciado cuando un docente fue acusado en relación a una situación con una estudiante, cuya naturaleza exacta no ha sido esclarecida públicamente. Tras el incidente, el educador fue puesto a disposición durante tres días, pero lo que más cuestiona el personal es cómo se manejó la información internamente. "Se lo enviaron para que circule entre los docentes", señala una fuente, describiendo un señalamiento público que generó un clima laboral hostil y dejó al trabajador expuesto ante sus colegas.
La prohibición total de contacto físico resulta especialmente llamativa en una escuela técnica donde aproximadamente el 70 u 80 por ciento del alumnado son varones, y donde históricamente las relaciones entre educadores y estudiantes se desarrollaban en un marco de normalidad pedagógica. Que una institución educativa llegue al extremo de vetar incluso un saludo de manos evidencia, según los docentes consultados, la magnitud del desmanejo institucional.
Los testimonios recogidos describen una estrategia que habría fragmentado deliberadamente al personal en grupos separados: porteros, preceptores y docentes, impidiendo cualquier respuesta coordinada. Esta división es vista como parte de una nueva política implementada tras cambios en la dirección del establecimiento, lo que algunos trabajadores describen como un proceso de "adoctrinamiento" que habría comenzado a aplicarse recientemente.
Otro aspecto que genera inquietud es que, según fuentes del establecimiento, uno de los docentes involucrados en la investigación interna del caso mantiene contacto con estudiantes a través de redes sociales, lo que plantea interrogantes sobre la imparcialidad del proceso. "Hay un docente que claramente es el que tiene a muchos de los estudiantes en las redes sociales que comparten, es el que está encargado de llevar adelante un poco la investigación", advierte una de las fuentes consultadas.
Consultada por este medio, la institución se negó a brindar declaraciones sobre la situación. Valeria Riondo, quien atendió el llamado, se limitó a repetir en varias oportunidades que "la representante legal está encargándose de esa situación" y que "no podemos dar información, no tenemos absolutamente nada para decir". Ante la insistencia periodística, Riondo solo agregó que "hay una representante legal, hay un tema ya básicamente que se esté tratando" y confirmó que "ya está la justicia manejando el tema", aunque evitó dar detalles sobre denuncias o el estado de las investigaciones.
La negativa sistemática a proporcionar información contrasta con la gravedad de las medidas adoptadas y alimenta la preocupación de los trabajadores que ven en el hermetismo institucional una confirmación de que el manejo del caso no fue el adecuado.
La Fundación Gente Nueva, entidad de reconocida trayectoria en la región patagónica, enfrenta un momento crítico, en donde no hay claridad para canalizar problemas vinculares en el interior de la comunidad. La medida de prohibir todo contacto físico entre docentes y alumnos no solo evidencia la gravedad de la crisis interna, sino que plantea interrogantes sobre los protocolos institucionales para manejar situaciones delicadas que involucran a menores de edad sin llegar a extremos que afectan la dinámica educativa cotidiana.
El caso permanece en evaluación, mientras la comunidad educativa del Nehuen Peumán atraviesa una situación inédita donde un simple saludo entre docente y alumno está prohibido, en lo que constituye una de las medidas más extremas adoptadas por un establecimiento educativo de la región en los últimos años.