sábado 11 de octubre de 2025 - Edición Nº240

El Bardo de Siempre | 10 oct 2025

HUBO AMENAZAS Y APRIETES

(Video) Villaverde vino a Bariloche, y se puso violenta cuando le preguntaron por Cicarelli

La diputada nacional de La Libertad Avanza llegó a Bariloche con un operativo de campaña millonario, pero cuando el periodista de Bache3000 intentó preguntarle sobre sus vínculos con Claudio Cicarelli y Fred Machado, acusado por narcotráfico y lavado, eligió la agresión. Su asesor Julián Goinhex lo insultó, lo amenazó y trató de obligarlo a apagar la cámara en plena vía pública. Villaverde cobra diez millones de pesos mensuales del Estado, tiene causas por estafa, deudas impositivas en ARCA y una mansión sin declarar comprada con préstamos del Banco Nación. Pero prefiere no responder. Las preguntas siguen ahí, esperando.


Por: Bache3000

Lorena Villaverde llegó a Bariloche con toda la parafernalia del poder. Un camión plotado con su cara y la de Milei, remeras, gorras, banderas, la estructura completa de La Libertad Avanza desplegada en la calle Onelli, frente a la Feria Antu, como si nada estuviera pasando, como si no hubiera preguntas que responder, como si los escándalos que la rodean fueran apenas rumores que se disuelven con una sonrisa y un saludo a la militancia.

Pero las preguntas existen, y alguien tenía que hacerlas.

Martín Pargade, periodista de Bache3000, se acercó. Villaverde estaba ahí, rodeada de gente, en plena campaña para senadora, mostrándose en público como corresponde a quien busca votos. Se presentó, explicó quién era, preguntó sobre la campaña. Todo bien hasta ahí, o casi. Porque ya desde el primer momento la diputada soltó la primera señal de lo que vendría: "Disculpame, no sé la situación porque estoy hablando con gente". Como si un periodista no fuera también gente, como si hacer preguntas fuera una falta de respeto. "Estamos en la vía pública y no me falta ese respeto porque yo estoy trabajándome y trabajando y estoy con los vecinos", dijo, con esa mezcla de prepotencia y victimización que se volvió marca registrada de cierta política.

El periodista insistió. Estaba en la vía pública, tenía derecho a preguntar, ella es diputada nacional, cobra diez millones de pesos al mes con la plata de todos los argentinos. Pero ahí saltó Julián Goinhex, ex funcionario de Werelitnek, Carlos Soria y Silvina Larraburu, ahora custodio de la diputada libertaria. "Si alguien no quiere hablar con vos...", dijo, como si la voluntad de una funcionaria pública de no responder fuera suficiente argumento para silenciar las preguntas. Y ahí empezó la escalada. Goinhex se le acercó, se le paró de forma amenazante, invadiendo su espacio, usando el cuerpo como herramienta de intimidación. "Simplemente está faltando respeto porque está hablando con gente", insistía, mientras el periodista trataba de mantener la calma y seguir haciendo su trabajo.

Pargade siguió intentando. Preguntó por la relación con Claudio Cicarelli, el hombre vinculado a Fred Machado, acusado por delitos relacionados al narcotráfico y lavado de dinero. Villaverde respondió rápido, casi automático: "Un amigo". Y ahí se cortó. Un amigo, nada más, como si eso cerrara el asunto, como si la amistad con alguien señalado por semejantes acusaciones no mereciera una explicación más detallada, más honesta, más transparente.

Porque las preguntas estaban ahí, esperando, y Villaverde eligió no responderlas. ¿Desde cuándo conoce a Cicarelli? ¿Cuál es exactamente la naturaleza de esa amistad? ¿Sabía de sus vínculos con Fred Machado cuando comenzó esa relación? ¿Recibió algún tipo de apoyo económico o logístico de Cicarelli para sus campañas? ¿Estuvo al tanto de las acusaciones de narcotráfico y lavado que pesan sobre Machado? ¿Qué opina del caso Espert, donde se investigan presuntos vínculos entre dirigentes libertarios y redes de financiamiento irregular? ¿Puede garantizar que ninguno de los recursos que sostienen su estructura de campaña proviene de fuentes vinculadas a actividades ilícitas?

Son preguntas simples, directas, que cualquier funcionario público debería responder sin pestañear. Pero Villaverde prefirió el silencio cómplice, el gesto de fastidio, la respuesta mínima que no explica nada.

Entonces vino la pregunta que molesta de verdad: ¿de dónde salen los recursos para pagar ese camión, toda esa estructura? Villaverde, con fastidio apenas disimulado, dijo que eran recursos partidarios. Pero Goinhex ya estaba perdiendo la paciencia, o quizás nunca la tuvo. "¿Qué campaña, salame? ¿No sabés que nación transfiere jugando a los partidos para ser campaña?", le gritó al periodista, como si insultar fuera un argumento válido, como si la pregunta fuera una estupidez y no el ejercicio elemental del periodismo.

"Ignorante, ignorante", siguió Goinhex, escupiendo las palabras con desprecio, mientras Villaverde dejaba que su asesor hiciera el trabajo sucio. El periodista, tranquilo, tratando de mantener la compostura, insistía: solo quería saber de dónde salían los recursos. Pero ya no había diálogo posible. "No estás haciendo una nota, estás acosando a toda la gente", le dijo Goinhex, inventando una narrativa en la que el que pregunta es el villano y la funcionaria pública que no responde es la víctima.

Y entonces llegó la orden: "Apagala", le exigió Goinhex, señalando el celular con el que Pargade estaba grabando. Como si tuviera autoridad para obligar a un periodista a dejar de registrar lo que ocurre en la vía pública, como si el derecho a informar pudiera cancelarse con una orden prepotente. "Yo no voy a apagar nada, estoy en la vía pública", respondió el periodista, sosteniendo su derecho, mientras el asesor seguía avanzando sobre él, usando su presencia física como amenaza, marcando distancias que no correspondían, invadiendo espacios que no le pertenecían.

"Mirá la distancia que estás teniendo", le reclamó el periodista, en un intento absurdo de evidenciar la situación. Pero las imágenes están, el registro existe, y ahí se ve quién avanza, quién amenaza, quién trata de silenciar. El periodista se mantuvo firme, tranquilo, repitiendo que solo estaba haciendo su trabajo, que solo quería respuestas de una funcionaria pública que cobra de los impuestos de todos.

Y ahí llegó la amenaza final. "Si vos llegás a sacar una imagen de esta de los menores te vamos a denunciar", le advirtió Goinhex, buscando cualquier excusa para amedrentar, para que el periodista se fuera, para que dejara de preguntar. "Ahora te vamos a meter una denuncia", remató, con ese tono de quien cree que el poder le da derecho a todo, incluso a silenciar las preguntas incómodas. "Fíjate cómo señalás con el dedo", le reclamó, mientras él mismo señalaba, mientras él mismo invadía, mientras él mismo amenazaba con denuncias como quien usa el sistema judicial como herramienta de censura.

Pargade fue el único que estuvo ahí, el único que preguntó lo que había que preguntar. Y quedó todo registrado. La diputada que cobra millones no quiere responder. Prefiere el show, la bandera, el camión plotado, la militancia obediente. Prefiere que su asesor insulte y amenace antes que dar explicaciones sobre sus presuntos vínculos con el narcotráfico, sobre las causas que tiene por estafa, sobre las deudas en ARCA por no pagar impuestos, sobre los préstamos del Banco Nación para comprar una mansión en Cipolletti que no está declarada entre sus bienes, algo que la ley le obliga a hacer. Prefiere esquivar cualquier pregunta sobre cómo un partido que se proclama abanderado de la transparencia financia campañas millonarias, sobre qué opina del escándalo Espert que salpica a varios de sus compañeros de espacio, sobre si puede garantizar que cada peso que mueve su estructura electoral proviene de fuentes legítimas y declaradas.

Villaverde eligió enojarse, insultar, prepotear, descalificar. Eligió la soberbia y la amenaza por sobre la transparencia. Eligió esconderse detrás de sus custodios que le decían "salame" e "ignorante" al periodista, que lo obligaban a apagar el celular, que se le paraban de forma amenazante, en lugar de dar la cara. Y eso, más que cualquier pregunta, dice todo lo que hay que saber sobre cómo entiende su rol como representante del pueblo. La diputada que cobra de nuestros impuestos no quiere dar explicaciones a la gente que la paga. Prefiere todo menos lo único que realmente debería hacer: responder.

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