

Por: Bache3000
La revelación llega apenas días después de que el gobierno de Javier Milei celebrara a través de todos sus canales mediáticos una inversión de 25 mil millones de dólares que transformaría al país en un hub tecnológico regional. El anuncio, realizado en plena campaña electoral, fue presentado como un logro histórico de la gestión libertaria y una señal inequívoca de la confianza internacional en el rumbo económico argentino.
Sin embargo, el comunicado oficial de OpenAI difundido este martes arroja una luz completamente diferente sobre la naturaleza del acuerdo. Según la empresa de Sam Altman, el proyecto está liderado por Sur Energy, una compañía prácticamente desconocida en el sector tecnológico local, que se encargaría de desarrollar la infraestructura con fondos propios. OpenAI, lejos de comprometerse como inversora, simplemente firmó una carta de intención para "explorar" la posibilidad de convertirse en "comprador" una vez que el datacenter esté operativo.
La Política Online ya había anticipado esta situación cuando consultó a la propia inteligencia artificial sobre la viabilidad del anuncio gubernamental. ChatGPT no solo expresó serias dudas sobre la factibilidad técnica y financiera del proyecto, sino que llegó a sugerir que podría tratarse de una operación geopolítica disfrazada de inversión tecnológica, diseñada más para generar titulares favorables en vísperas electorales que para materializar una transformación real del sector.
El comunicado de OpenAI es demoledor en su claridad: "Sur Energy será el desarrollador de energía e infraestructura y liderará la formación de un consorcio, que incluye la asociación con un desarrollador de infraestructura en la nube. Sur Energy planea garantizar que el ecosistema del centro de datos se alimente de fuentes seguras, eficientes y sostenibles". En ninguna parte del texto se menciona compromiso financiero alguno por parte de la compañía estadounidense.
Más revelador aún resulta el perfil de Sur Energy, la empresa que supuestamente liderará esta inversión multimillonaria. Según pudo constatar este medio, se trata de una firma con página web básica, sin presencia significativa en redes sociales y que mantuvo un silencio absoluto antes, durante y después del anuncio presidencial. Ni un mensaje celebrando lo que debería ser el contrato más importante de su historia. Ni un comunicado de prensa. Nada que sugiera que están al frente de uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de la historia argentina.
En el sector tecnológico y energético local nadie conoce a Sur Energy ni tiene registros de proyectos previos de esta magnitud. La ausencia de antecedentes, sumada al silencio corporativo, alimenta las sospechas sobre la verdadera naturaleza de esta operación.
El video de presentación del proyecto que circuló ampliamente en medios oficialistas tampoco menciona en ningún momento la cifra de 25 mil millones de dólares que el gobierno festejó como un hito. La discrepancia entre el discurso oficial y la realidad contractual es tan evidente que incluso la inteligencia artificial consultada por LPO identificó las inconsistencias sin dificultad.
Lo que queda claro después del comunicado de OpenAI es que Argentina no recibirá ninguna inversión extranjera directa para este proyecto. Si el datacenter alguna vez se construye, deberá ser con capitales locales a través de un consorcio que Sur Energy promete formar pero que hasta ahora no existe. OpenAI apenas se compromete a estudiar la posibilidad de comprar servicios una vez que la infraestructura esté operativa, un escenario que en el mejor de los casos está a años de distancia.
La estrategia comunicacional del gobierno, que presentó el acuerdo como una inversión confirmada y celebró la lluvia de dólares que llegaría al país, choca frontalmente con la letra chica del memorando de entendimiento. Lo que se vendió como un voto de confianza internacional resulta ser, en el mejor de los casos, una expresión de interés condicionada a que Argentina resuelva por sí misma el financiamiento y la construcción del proyecto.
Para los analistas del sector, la maniobra recuerda a otros anuncios grandilocuentes de inversiones que nunca se materializaron. La diferencia en este caso es que la propia empresa supuestamente inversora salió públicamente a desmentir la versión oficial, dejando al descubierto la brecha entre el relato y la realidad.
Mientras tanto, Sur Energy sigue sin dar señales de vida públicas y OpenAI aclara que su rol es de potencial cliente, no de inversor. Los 25 mil millones de dólares que el gobierno celebró quedan así flotando en el aire, tan etéreos como la empresa fantasma que supuestamente los traerá al país.