Por: Bache3000
El peronismo demostró que su núcleo duro permanece intacto, aunque con menor caudal de votos que en tiempos de gloria. En General Roca, bastión histórico del partido, la diferencia no fue tan aplastante como algunos anticipaban, pero alcanzó para que los Soria celebraran y, sobre todo, para que María Emilia Soria se posicione como una candidata natural a la gobernación en 2027. Sin grandes propuestas ni ideas innovadoras, el justicialismo rionegrino confirmó que todavía tiene piso electoral y que ese treinta por ciento de los votos es una base sólida desde donde construir.
La Libertad Avanza atravesó una campaña electoral tormentosa, marcada por acusaciones de corrupción y narcotráfico que tuvieron su epicentro precisamente en Río Negro y que salpicaron directamente a su candidata a senadora, Lorena Villaverde. Sin embargo, la marca Milei, aunque golpeada, todavía tiene peso suficiente para equilibrar la contienda en territorio provincial. El presidente mantiene su capacidad de arrastre, incluso cuando las aguas no están calmas.
Pero la verdadera sorpresa llegó de la mano de Aníbal Tortoriello, candidato a diputado nacional por La Libertad Avanza, quien supo leer los vientos a tiempo. Se despegó de Villaverde, financió su propia campaña con recursos propios y salió a disputar la elección por fuera del equipo oficial del partido. Esa decisión audaz le permitió conquistar silenciosamente la banca de diputado nacional con cuatro puntos de ventaja sobre el peronismo y sumar treinta mil votos más que en su última participación electoral nacional. Tortoriello no solo ganó una banca, ganó credibilidad y proyección. Hoy aparece como un candidato viable para 2027, ya sea acompañando a Milei o con su propio sello partidario. Con el treinta y cuatro por ciento de las proyecciones, lidera el pelotón de los que ya miran hacia la Casa de Gobierno.
Juntos Defendemos Río Negro, la coalición gobernante, protagonizó el gran fracaso de la jornada. Venía perdiendo votantes elección tras elección y esta vez tampoco pudo revertir la tendencia, a pesar de una movilización masiva y el apoyo de intendentes que, en su mayoría, evidenciaron estar muy disminuidos en su capacidad de convocatoria. El gobierno provincial había tejido una red de apoyos que se reveló frágil cuando llegó el momento de la verdad.
Además, la administración de Alberto Weretilneck acumuló enojos entre sus principales aliados electorales. El vicegobernador Pedro Pesatti y el intendente de Bariloche, Walter Cortés, figuras clave en el armado político provincial, terminaron distanciados del oficialismo por distintas circunstancias. Faltó el voto de la pata peronista que Pesatti podía aportar en distintos puntos de la provincia y el peso específico de Cortés en la ciudad turística más importante de Río Negro. Situaciones similares se habían producido antes con ex intendentes como Gustavo Gennuso en Bariloche y Carlos Jhonston en Catriel, quienes conservan paquetes de votantes leales que esta vez no fueron para el oficialismo.
Weretilneck apostó todo a su poder gravitante personal, ese que en tantas otras elecciones le había otorgado ventajas decisivas. Pero esta vez comprobó que la realidad había cambiado. La mala gestión fue un condicionante importante que terminó jugándole en contra. Los votantes del ARI y la UCR, que formalmente integran la coalición, nunca terminaron de acompañar con la contundencia esperada. Los números finales no configuran una paliza electoral, pero sí una derrota significativa. Hace apenas un par de meses, cuando arrancaba la campaña, el propio gobernador había anticipado a la prensa que eran "terceros cómodos". La profecía se cumplió, aunque el resultado no tenga nada de cómodo para sus aspiraciones futuras.
Estos números marcan el punto de partida de la campaña 2027. Tortoriello encabeza las proyecciones con el treinta y cuatro por ciento, seguido por el peronismo de María Emilia Soria con el treinta por ciento, mientras que Weretilneck, si busca la reelección, partiría desde un modesto veintiséis por ciento. Todavía resta saber si aparecerá algún otro candidato con peso específico que dispute la gobernación y termine de configurar el mapa electoral.
El actual gobernador, que había arrancado su gestión con la ambición de mantener el poder por ocho años consecutivos, hoy, a mitad del primer mandato, enfrenta un futuro incierto. El domingo electoral no solo modificó las bancas en el Congreso, redibujó por completo el tablero político rionegrino y dejó claro que nada está garantizado en política, ni siquiera para quienes creyeron tener el territorio asegurado.