domingo 02 de noviembre de 2025 - Edición Nº262

El Bardo de Siempre | 31 oct 2025

ATRAPADO EN OFICINAS MUNICIPALES

Video: Ferrari habló con Bache3000: "¿Vos sabés lo que es el narcotráfico?"

Hay algo profundamente revelador en la forma en que ciertas personas construyen sus defensas: no niegan los hechos, los naturalizan. Como si la repetición de una justificación bastara para transformar lo irregular en cotidiano, lo ilegal en una simple cuestión de criterio. Gustavo Daniel Ferrari, hermano de la secretaria de Producción Silvia Ferrari, habló finalmente con Bache3000 después de que los empleados municipales de Punto Pyme indicaran sin problemas su ubicación, después de que alguien cerrara una puerta en la cara del periodista, después de que la insistencia hiciera lo que la transparencia debería hacer por sí sola.


Por: Bache3000

La camioneta Kangoo AF 855 PW, móvil 934 sin identificación municipal, estaba estacionada en la puerta. Según el registro municipal es un vehículo destinado para inspecciones, pero Ferrari la maneja sin habilitación ni designación alguna. Lo reconocería más tarde, ante cámaras, con esa naturalidad que caracteriza a quien ha aprendido a moverse en los grises de la legalidad. "A veces le manejo a Silvia el auto", dijo, como quien habla del clima. "Porque a veces mi hermana, como tiene algunos problemas de movilidad, con una pierna, me pide que le maneje."

La entrevista comenzó con las evasivas habituales. "Venía a consultar por una emprendedora, tuvo un inconveniente", explicó Ferrari cuando se le preguntó qué hacía allí. Pero la conversación fue desplegando, capa por capa, una realidad más compleja: Ferrari asesora a su hermana, Ferrari está en las oficinas municipales, Ferrari participa de reuniones aunque siempre, según él, "me pongo atrás, en una silla atrás, porque no estoy habilitado para estar ahí". Es una imagen curiosa: el asesor invisible, el hermano solícito, el hombre que está y no está, que tiene acceso pero no cargo, que opina pero no decide.

"Yo asesoro a mi hermana", dijo con claridad. Cuando se le preguntó si podía movilizarse dentro del espacio, respondió con otra pregunta: "¿Como que no? ¿Vos estás acá o no?" La lógica es simple: si cualquier ciudadano puede entrar a un edificio público, ¿por qué él no? Lo que Ferrari omite es que no se trata de entrar como ciudadano, sino de funcionar como algo más, de tener acceso a información, de participar en decisiones, de usar bienes del Estado. Ayer Bache3000 publicó una nota en donde un empresario mostraba que lo recibió como un funcionario, le entregó información sobre su empresa, todo en oficinas municipales.

Ferrari llegó a Bariloche hace cuatro años. Explicó que hubo incompatibilidades vinculadas a la Ley de Ética Pública cuando su hermana asumió como secretaria intentando decir que por eso no está designado, esa misma ley que justamente ahora él y su hermana parecen incumplir con cada día que pasa.

Sobre el intendente, Ferrari fue cauteloso pero contradictorio. "Lo he visto dos o tres veces nada más", dijo. "Creo que ni me debe reconocer a mí. No creo que me conozca." Es una afirmación curiosa considerando que el intendente había declarado no saber quién era Ferrari ni conocerlo. Dos o tres veces, según Ferrari. Ninguna vez, según el intendente. Alguien aquí ajusta la verdad a conveniencia.

Pero el momento más inquietante de la entrevista llegó cuando se tocó otro tema, uno que Ferrari trajo a colación casi como si quisiera demostrar algo. "Básicamente, ¿qué es el narcotráfico jurídicamente?", preguntó. Ferrari fue condenado en Guatemala por lavado de dinero, delito por el cual actualmente se lo investiga en Argentina. En la entrevista no negó nada de esto. Al contrario, cuando el periodista le señaló que habían dado información sobre estos hechos, Ferrari respondió: "No, no, no, es perfecto, es verdad, no niego nada."

"Básicamente dimos información de la que había, no es que inventamos nada", le dijo el periodista. "Yo camino tranquilo", expresó. Cuando se le preguntó si estaba seguro de esa tranquilidad, respondió: "Sí, total yo ya cumplí. Me equivoqué y cumplí. Hay otros que no cumplieron."

Es una frase que dice más de lo que intenta ocultar: cumplí la condena, pagué mi deuda, ahora estoy en paz. Pero la tranquilidad de Ferrari contrasta con la opacidad de su situación actual: es investigado por el mismo delito en Argentina, obliga a cerrar las puertas en la cara de los periodistas, con los empleados que saben exactamente dónde encontrarlo, con la camioneta municipal que maneja sin autorización, con las reuniones a las que asiste sentado atrás, con la información privilegiada a la que accede, con el empresario que lo recibe como funcionario.

Tambiéen reconoció que usó un alias ante todo el mundo. Pero claro, eso también es un gris: lo ciñe a una forma familiar de ser nombrado. ¿Pero para qué se lo dijo a todo el mundo? ¿por qué no lo aclaró? La respuesta es obvia.

Al principio de la visita a Punto Pyme, la persona que atendió dijo que Ferrari no estaba. Cerró la puerta. Fue solo la insistencia del periodista lo que terminó por hacer salir de la oficina a Ferrari y obligarlo a dar la entrevista. Cuando finalmente apareció, no fue con la actitud de alguien que está de paso, sino con la seguridad de quien conoce el lugar, de quien tiene derecho a estar allí, de quien ha construido una explicación para cada irregularidad.

"Tendrías que aprender que cuando las cosas cuando no son legales, hay un gris, que son las necesidades de urgencia", le dijo al periodista en un momento, como si los grises fueran territorios válidos de la administración pública, como si la urgencia justificara cualquier cosa. Ferrari se movió toda su vida en esos grises: entre el consejo y la decisión, entre estar presente y no estar habilitado, entre ayudar a su hermana y arrogarse representación que no le corresponde.

Antes de irse, Ferrari preguntó: "Ahora, ¿quién sos vos? Contame quién sos vos." Era su forma de recuperar algo de control, de recordar que él también puede preguntar, que él también tiene derecho a saber. Pero la pregunta llegó tarde, después de haber reconocido todo lo que había que reconocer, después de haber naturalizado todo lo que había que cuestionar, después de haber demostrado que en Bariloche, como en tantos otros lugares, los grises de la legalidad pueden ser tan amplios como uno los necesite, siempre y cuando nadie cierre las puertas, siempre y cuando nadie insista demasiado, siempre y cuando todos caminen con tranquilidad, con mucha tranquilidad.

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