Por: Bache3000
Mientras Neuquén, Chubut y Santa Cruz consolidan economías basadas en hidrocarburos, minería, energía y pesca industrial, Río Negro exhibe una matriz productiva dominada por comercio minorista, turismo estacional, servicios personales y agricultura primaria. El estudio señala que aproximadamente el 63 por ciento del empleo privado provincial se concentra en sectores de baja productividad, mientras que en Neuquén esa proporción se invierte: más del 60 por ciento de los trabajadores se desempeña en actividades de alta complejidad.
El documento procesa información del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y del Observatorio de Remuneraciones del Sector Privado Registrado, concluyendo que el salario promedio del empleo privado en Río Negro se ubica por debajo de los 3 millones de pesos mensuales, mientras que Neuquén, Santa Cruz y Chubut superan holgadamente los 3,4 millones. La brecha salarial no constituye un dato aislado sino la expresión de un modelo económico que, según el informe, carece de políticas industriales y de agregación de valor.

El análisis compara la participación del empleo en sectores clave como minería, industria manufacturera, construcción, energía y comercio. En minería, Río Negro apenas alcanza el 3 por ciento del empleo privado, contra más del 20 por ciento de Santa Cruz y valores superiores en Neuquén y Chubut. En construcción, la provincia también se ubica en el último lugar, mientras que en comercio concentra más de una quinta parte del empleo privado, la proporción más alta de la región.
Para sintetizar los hallazgos, el informe construye un índice que combina salario promedio y participación de sectores de alta productividad, normalizando a Neuquén como referencia 100. Bajo este criterio, Río Negro alcanza apenas 70 puntos, más de 30 por debajo del líder regional y con una brecha considerable respecto a Chubut y Santa Cruz.
El documento atribuye esta situación al modelo de gestión sostenido durante los últimos 14 años por Juntos Somos Río Negro (JSRN), encabezado por Alberto Weretilneck. Según Santos, la provincia consolidó una matriz económica caracterizada por tres rasgos estructurales: primarización productiva sin agregación de valor, sobredimensionamiento del Estado que absorbe empleo y recursos, y dependencia creciente de la Nación sin capacidad de generar riqueza propia.

Respecto a Vaca Muerta, el informe cuestiona el discurso oficial sobre el impacto del desarrollo petrolero en la provincia. Mientras el gobierno sostiene expectativas optimistas, el análisis plantea que Río Negro no participa del negocio desde un perfil productivo propio: las empresas no radican sedes corporativas de peso, no instalan bases logísticas de alto valor ni conforman clústeres industriales rionegrinos. La provincia cumple un rol periférico, prestando territorio a ductos, rutas y prestadores secundarios, sin capturar transferencia tecnológica ni encadenamientos productivos significativos.
El informe concluye que el problema no radica en la falta de recursos o en condiciones geográficas adversas, sino en las características de un modelo económico y político que no invierte porque no produce y que no produce porque no invierte. Mientras Neuquén, Chubut y Santa Cruz construyen motores económicos de alcance nacional, Río Negro administra una economía periférica, sin estrategia productiva propia y sin visión clara de futuro.

La evidencia empírica procesada en el documento incluye archivos oficiales de asalariados privados registrados por sector y provincia del SIPA, datos de remuneración promedio por rama del Observatorio de Remuneraciones, series de la Encuesta Permanente de Hogares y información de Cuentas Nacionales del INDEC. El procesamiento de datos se realizó con criterios metodológicos transparentes, agrupando las actividades económicas en sectores de alta y baja productividad según clasificaciones internacionales.
El informe plantea que sin una modificación de raíz del modelo económico y de la forma en que se piensa el desarrollo, el mercado laboral privado rionegrino seguirá siendo el más frágil de la Patagonia.
