lunes 08 de diciembre de 2025 - Edición Nº298

Sólo el vecino salva al vecino | 1 dic 2025

Germán Sobarso y la batalla de Boca Unido por sobrevivir: "No pedimos plata, pedimos herramientas para trabajar"

En una mañana de fin de semana, mientras los chicos corren detrás de la pelota en la cancha de Virgen, Germán Sobarso observa la escena con una mezcla de orgullo y preocupación. Es el referente de Boca Unido, el club histórico de Bariloche que hoy lucha por mantenerse en pie con más ganas que recursos, más corazón que presupuesto.


Por: Martín Pargade

La comisión directiva quedó acéfala hace un tiempo, y Germán junto a Hernán, Pablo y Miriam tomaron las riendas de una institución que mueve a decenas de pibes de toda la ciudad. "Somos muy poca persona para todo un club", admite con honestidad, pero la falta de brazos no les ha impedido seguir adelante. Empezaron únicamente con infanto-juvenil, llegaron a tener 200 chicos en su momento, hoy son un poco menos por la falta de apoyo, pero la llama sigue encendida.

Lo que hace diferente a Boca Unido es su filosofía: no se cobra cuota a los pibes. Lo único que abonan es su seguro, y entre todos se paga el arbitraje. "Nosotros somos un club social donde la parte nuestra compete más en otro lado que es la social, de contención", explica Germán mientras recuerda a quien lo trajo a este mundo cuando tenía 12 años: Huguito "Bichi" Guerrero, que fue amigo, cuñado, padrino de su hija. Cuando Bichi falleció en plena pandemia, Germán se quedó con nueve chicos. De esos nueve llegó a doscientos. Ese es el espíritu que define al club.

Hoy la realidad golpea duro. Una jornada de fútbol les sale entre seiscientos y setecientos mil pesos entre arbitrajes y alquileres de cancha. "Muchas veces salimos de acá con Hernán después de estar 11 horas y pagamos todo, pero no nos queda algo para decir esta semana le damos algo a los chicos, le compramos", cuenta con la voz de quien conoce lo que es pelearla. Porque los chicos necesitan equipos, zapatillas para futsal, zapatillas de uso diario incluso. "Llega un momento que por ahí un nene no tiene zapatilla y yo hoy en este momento que no estoy trabajando digo dónde se la consigo", relata.

Por eso Germán presentó hace unos días una carta al intendente Walter Cortés. Lo fue a ver también, pero todavía no tuvo respuesta. La idea es clara y concreta: no piden plata directa, porque como él mismo dice, la plata no le sirve. "No me sirve la forma que me digan tomá 200 y después ya nos olvidamos", aclara. Lo que buscan es una mano para hacer una peña antes de fin de año, un lugar donde puedan organizarla, que les den herramientas de trabajo, que les digan "mirá Germán, tenés este lugar, hacete una peña, acá tenés dos cajones de pollo, vendelo". Trabajo total, eso es lo que ofrecen a cambio.

Ya lo hicieron una vez y fue una alegría. Con lo recaudado llevaron a los chicos a Santa Teresita. "Yo tenía un par de chiquitos que cuando llegaron al mar que no lo conocían se les caían las lágrimas", recuerda emocionado. Esa es la paga, la alegría de los pibes, verlos bien, recibir felicitaciones de los lugares donde van. "El pago nuestro es tener a los chicos contenidos, tenerlo en un lugar", dice con convicción.

El club trabaja hoy con categorías desde 2016/2017 hasta primera y reserva. Dejaron de lado algunas, incluso el femenino que en su momento tuvieron, porque no dan abasto. Reciben pibes de Frutillar, San Francisco, Nahuel Hue, Malvinas, de todos lados. No es exclusivo del barrio, es abierto a la sociedad. "Si los chicos se vienen a divertir, déjenlos divertirse, ya van a tener tiempo de competir en primera y reserva", reflexiona sobre la filosofía que guía su trabajo con los más chicos.

El 12 de octubre hicieron un encuentro que resume lo que es Boca Unido. Trajeron gente de Ñorquinco, Pilcaniyeu, Comayo, más un club de la ciudad, todo sin costo. Les dieron de comer a los chicos de afuera, entregaron medallitas que hizo Pablito aunque fueran de plástico duro, trofeos que donaron. "Haber hecho algo así con el grado de necesidad que tiene el club y nosotros haber podido hacer algo sin costo para los demás es una alegría enorme", afirma.

Cuentan con la ayuda de Pato Mora, conocido taxista que traslada a los pibes que vienen de Malvinas hasta la cancha de Cruz del Sur o San Francisco a entrenar entre semana. Jesús Palma les da una mano terrible en la parte de contención. Hernán, con la ayuda de una panadería, les lleva facturas los jueves a los chicos. La Liga también ha estado presente. Son redes que sostienen, que permiten que esto siga funcionando.

Germán sueña con que esto crezca, con poder llevar una categoría a conocer Chile, con tener algún día un predio propio para no depender de alquileres. "Ganas nos sobra, nos faltan los medios", resume. Y agrega: "Muchas veces chocamos con una pared que te desanima un poco, pero yo confío en que mi carta que le acerqué al intendente va a llegar, que ojalá se comunique con nosotros".

Mientras tanto, cada fin de semana el buffet funciona, los pibes corren detrás de la pelota, y un puñado de referentes mantiene viva la historia de un club que es mucho más que fútbol. Es contención en tiempos donde los pibes necesitan lugares donde estar, donde crecer, donde ser felices. "Lo importante son los chicos", cierra Germán. Y en esa frase está todo.

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