Por: Bache3000
Con una propuesta tan íntima como reveladora, el público que se dio cita entre el viernes 28 de noviembre y el lunes 1 de diciembre, pudo acceder a un recorrido único por las historias de Mónica Bussmann, Carla Gazzaniga, Soledad Anselmi, Débora Alegret y Chadri Miñones, y su relación con sus particulares colecciones de arte con las cuales conviven en sus espacios personales.
¿Qué sucede cuando una obra de arte llega a un hogar? Allí comienza su verdadero viaje. Lejos de quedar estática, la pieza se convierte en un estímulo vivo, un compañero de rutina que se redescubre día a día. Ese fue el espíritu que guió la muestra: no solo exponer objetos, sino revelar los lazos emocionales que les dan sentido.
“Es como que entras en una fiesta y decís, a ver, ¿quién está acá en esa casa?”, compartió Mónica Bussmann, una de las participantes, describiendo el clima lúdico y afectivo que respiró la exposición. Y agregó: “Cada colección tiene un hilo narrativo súper sensible, hay memoria, hay mucho afecto”.
La curaduría de la muestra estuvo a cargo de Bar Visconti, Pilu Danegger (ambas de Hervidero Galería) e Irina Svoboda (Red Cuero y Archivo Tuna), las tres del equipo coordinador del Club del Coleccionismo Afectivo. “Fue una experiencia increíble poder ingresar a las casas y acceder a esos tesoros con tanta apertura y afecto”, contaron sobre el proceso de selección de las piezas.
El impacto del Coleccionismo Afectivo en cifras
La muestra no fue solo un evento expositivo, sino la punta del iceberg de un proyecto de investigación más amplio. Una encuesta realizada por el Club, con 36 respuestas en un principio, buscó diagnosticar y caracterizar este fenómeno colaborativo.
Los primeros datos son elocuentes: las colecciones mapeadas albergan un total de 822 obras. De este tesoro artístico, 179 piezas (cerca del 22%) son de artistas de Bariloche, una cifra que dimensiona el vital apoyo de este circuito a la escena creativa local y regional. El objetivo de este mapeo es documentar y reconocer formalmente un sistema de apoyo mutuo que, hasta ahora, había permanecido invisible y no sistematizado.
La muestra en la Sala Frey no solo clausuró un ciclo de actividades, sino que consolidó una comunidad alrededor de una idea poderosa: que el verdadero valor de una colección no reside en el precio de sus piezas, sino en la trama de afectos, recuerdos y vínculos que cada una de ellas representa.
Este proyecto es una iniciativa de las artistas y gestoras culturales Bar Visconti y Pilu Danegger –co-directoras de la galería Hervidero– y ha sido creado en el marco del programa Futura: herramientas para una cultura en movimiento del CCEBA, que cuenta con el apoyo de Fundación Williams y está coordinado por Juan Urraco. Cuenta con el apoyo de la Red Cuero, red de arte contemporáneo de la Patagonia.
Más información seguinos en Instagram: @herviderogaleria o en nuestro linktr.ee/herviderogaleria.