Por: Bache3000
La pregunta "¿Qué opinión tenés de los incendios?" puso sobre la mesa diferentes hipótesis que circulan en la comunidad, y las respuestas obtenidas resultan reveladoras. El dato más significativo es que el 81% de los participantes descarta completamente la teoría de la casualidad o el accidente, inclinándose por explicaciones que involucran intencionalidad y factores de poder. Este porcentaje surge de sumar las dos opciones más votadas: un 43% considera que los incendios son intencionales para hacer negocios, mientras que un 38% apunta directamente a una "mano negra de la política" detrás de los siniestros.
La magnitud de estas cifras no puede ser ignorada. Que cuatro de cada diez encuestados asocien los incendios con operaciones inmobiliarias o intereses económicos habla de una percepción instalada en el imaginario colectivo sobre cómo el fuego puede ser utilizado como herramienta para modificar el uso del suelo, habilitar loteos en zonas antes protegidas o depreciar terrenos para posterior compra. Esta sospecha no es nueva en Bariloche, donde el crecimiento urbano ha enfrentado históricamente las tensiones entre preservación ambiental y presión inmobiliaria, y donde cada temporada de incendios reaviva el debate sobre quién se beneficia con la destrucción del bosque nativo.
Por su parte, el 38% que señala una injerencia política en los incendios refleja otra dimensión de la desconfianza: la percepción de que existe una instrumentalización deliberada del fuego con fines que trascienden lo ambiental. Esta teoría, que habla de una "mano negra", sugiere la existencia de redes de poder capaces de orquestar o permitir estos siniestros para objetivos específicos, ya sea distraer la atención pública de otros escándalos, generar situaciones de emergencia que justifiquen ciertos gastos o decisiones, o directamente favorecer a sectores vinculados con la gestión de emergencias o la reconstrucción.
En contraste con estas mayorías abrumadoras, apenas un 13% de los participantes considera que "todos los casos son distintos", una postura más matizada que reconoce la diversidad de causas posibles según cada situación particular. Esta minoría que rechaza las generalizaciones representa una visión menos conspirativa pero también menos frecuente en el actual clima de opinión.
Los resultados verdaderamente marginales corresponden a las explicaciones más inocentes o aleatorias: solo el 5% atribuye los incendios a descuidos de la gente, mientras que un mínimo 1% los considera accidentes. Estas cifras demuestran que la teoría de la negligencia ciudadana común no encuentra eco en la población, que mayoritariamente descarta la posibilidad de que el fuego que arrasa miles de hectáreas año tras año sea producto del azar o de simples imprudencias individuales. La opción "NS/NC" registró 0%, lo que indica que prácticamente todos los participantes tienen una opinión formada sobre el tema.
La masiva participación en esta encuesta, con 2.378 respuestas, constituye en sí misma un dato relevante. El nivel de involucramiento ciudadano en este relevamiento supera ampliamente la media habitual de las consultas de Bache3000, lo que confirma que los incendios forestales son percibidos como un problema de primera magnitud que moviliza y preocupa a la comunidad. Este interés refleja no solo la recurrencia de los siniestros y su impacto ambiental y económico, sino también la persistencia de interrogantes sin respuesta sobre sus verdaderas causas.
Los resultados de esta encuesta plantean un desafío para las autoridades y para quienes tienen responsabilidad en la prevención y combate de incendios. Si ocho de cada diez ciudadanos creen que existe intencionalidad detrás del fuego, eso habla de una crisis de confianza institucional que excede lo ambiental y toca cuestiones centrales sobre transparencia, justicia y rendición de cuentas.
Mientras tanto, estos datos quedan como testimonio de un malestar profundo y de sospechas que, fundadas o no, se han instalado firmemente en la opinión pública barilochense.