Por: Bache3000
La convocatoria, dominada numéricamente por miembros de UNTER y algunos delegados de ATE del centro atómico, funcionó como un espacio de catarsis colectiva donde se entrecruzaron las múltiples luchas que atraviesan a la región. Durante el extenso debate se abordaron temas que exceden largamente la coyuntura laboral: la lucha por el agua y contra la megaminería, la situación social general, la necesidad de unificar las distintas resistencias sectoriales, la defensa de la educación pública, los reclamos de jubilados y jubiladas, y las problemáticas vinculadas a la discapacidad encontraron su lugar en un intercambio que buscó trazar puentes entre demandas que habitualmente transitan carriles separados.
La asamblea concluyó con definiciones concretas. La más relevante es la propuesta de organizar un paro con movilización para el 10 de febrero, precisamente el día en que la reforma laboral será tratada en la cámara alta del Congreso. La fecha no es casual: el gesto apunta a construir una jornada de protesta nacional que dispute sentido en simultáneo con el debate parlamentario que definirá el alcance de los cambios en el régimen laboral argentino.

Pero las actividades preparatorias comienzan antes. El 4 de enero, a las 16 horas, las organizaciones realizarán la tradicional panfleteada mensual en la rotonda del Ñireco contra la megaminería y en defensa de la ley de glaciares. Dos horas más tarde, a las 18, en el mismo lugar, se llevará a cabo una nueva asamblea destinada específicamente a seguir organizando el paro y la movilización de febrero. Además, se confirmó que el 7 de enero se realizará una asamblea de jubilados y jubiladas, un sector particularmente golpeado por las políticas de ajuste del gobierno nacional.
El encuentro del martes también dejó en evidencia las tensiones dentro del campo sindical. La Confederación General del Trabajo recibió duras críticas de varios de los presentes, que cuestionaron la falta de contundencia de la central obrera frente a los embates contra los trabajadores. Esa crítica, recurrente en las asambleas de base y organizaciones combativas, refleja una fractura que atraviesa al movimiento sindical argentino: la distancia cada vez mayor entre las direcciones nacionales de los grandes gremios y las bases que reclaman respuestas más contundentes.
La asamblea en UNTER representa, en este sentido, un intento por construir desde abajo lo que las estructuras formales parecen incapaces de articular: una respuesta coordinada y masiva que trascienda las fronteras sectoriales y permita enfrentar con mayor capacidad de fuego las reformas que amenazan derechos conquistados a lo largo de décadas de luchas obreras. El 10 de febrero dirá si ese esfuerzo logra materializarse en una jornada de protesta significativa.
