Por: Bache3000
La Navidad dejó un saldo de al menos dos focos de incendio en la zona este de la ciudad que pudieron controlarse gracias a la rápida intervención de bomberos voluntarios, pero que volvieron a exponer la fragilidad de un territorio signado por la acumulación de basura en las bardas, la proliferación de vegetación seca y el uso indiscriminado de pirotecnia que cada año genera nuevos siniestros. Los vecinos organizados en juntas barriales responsabilizan directamente al municipio por la falta de controles efectivos y advierten que la situación se repite año tras año sin que las autoridades logren implementar soluciones de fondo.
Paola Vázquez, flamante presidente de la junta vecinal del barrio Lera, confirmó que durante la madrugada del 25 de diciembre se registraron incendios que pudieron combatirse rápidamente, aunque advirtió que la zona continúa siendo una bomba de tiempo por la cantidad de residuos que los vecinos arrojan en la barda. "La gente tira mucha basura, hay colchones, televisores, mucho vidrio. Nosotros como juntas vecinales hacemos un trabajo de conseguir contenedores que cuesta muchísimo, pero los vecinos siguen tirando basura en la barda", señaló en una conferencia llevada a cabo esta mañana.
El problema de la limpieza se combina con el abandono de la barda, donde crecen sin control álamos, chañares, retamas y otros arbustos que en temporada estival se convierten en combustible para las llamas. Los vecinos vienen reclamando desde hace años un mantenimiento sistemático que el municipio nunca logra sostener en el tiempo. "Por ahí inician una limpieza que nada más unos días y después no volvieron más. Hay que hacer un mantenimiento", reclamó Alberto Gatti, presidente de la junta vecinal 102 Viviendas.
La pirotecnia emergió como el principal factor desencadenante de los incendios, en una Navidad que según los propios vecinos registró mayor cantidad de cohetes que el año anterior, a pesar de la campaña municipal contra su uso. Sin embargo, los referentes barriales coincidieron en que la falta de inspectores municipales durante la noche impide cualquier control efectivo. "Ningún vecino quiere ir a denunciar a su propio vecino. Los inspectores tendrían que salir durante la noche y hacer un recorrido para ver dónde está el sector que tiró pirotecnia", planteó Daniela Gaspar, del 150 Viviendas
La imposibilidad material de que los inspectores cubran toda la ciudad durante las fiestas quedó expuesta cuando los vecinos relataron que en una misma cuadra pueden haber cinco personas tirando cohetes simultáneamente. "Imagínate que en una cuadra están cinco vecinos tirando pirotecnia. No hay un control, no puede, no se puede físicamente cubrir", problematizó Claudia Retamal, de San Francisco I. Incluso cuando los vecinos llamaron a la policía durante la noche del 24, las fuerzas de seguridad manifestaron que no podían dar abasto ante la magnitud del problema.
La cuestión cultural aparece como un obstáculo adicional que frustra cualquier intento de solución. Los referentes barriales sostienen que los vecinos conocen el daño que causan los cohetes tanto a las personas con discapacidades auditivas como a los animales y al medio ambiente en plena emergencia ígnea provincial, pero que durante dos o tres horas olvidan todas las consecuencias. "La gente es como que el día 24 se olvida por dos o tres horas de todo el daño que puede llegar a causar. No dimensionan con lo que ya sabemos todos", lamentaron los presidentes de Juntas Vecinales linderas a la barda.
Los vecinos insisten en que sin presencia municipal efectiva durante las noches de mayor riesgo y sin un cambio en la conducta de quienes siguen tirando cohetes y arrojando basura en las bardas, los incendios volverán a repetirse cada verano. "La concientización es más para el vecino. Es un problema de cada uno de cada vecino y realmente tiene que tomar conciencia", concluyeron, aunque reconocieron que las campañas oficiales hasta ahora no lograron modificar los comportamientos que año tras año ponen en peligro a barrios enteros.