Por: Bache3000
La cultura de San Carlos de Bariloche está de luto. Luis Bravo falleció esta mañana de martes luego de una semana de internación en el Hospital Zonal, donde estuvo acompañado permanentemente por su familia y amigos. El músico, escritor, narrador, organizador de eventos, conductor y operador de radio había sufrido un accidente cerebrovascular fulminante que se sumó a otro episodio similar que había padecido hace aproximadamente seis meses.
"Hola. Mi papá ya se fue en paz. Gracias por sus mensajes de buenas energías y amor hacia él. Que el tango te acompañe y la milonga te proteja pa, te amamos", puso su hija en redes sociales..
La noticia sacudió a la escena artística barilochense apenas se conoció. En las redes sociales comenzaron a multiplicarse las despedidas y homenajes de quienes compartieron con él escenarios, proyectos y noches enteras de música. El fotógrafo Chino Leiva, Sergio Suez, Sandro Queipo, Sisi Spiegel, la periodista Susana Alegríay decenas de artistas locales expresaron su dolor por la pérdida de quien fue mucho más que un colega: un maestro, un amigo y un referente ineludible de la cultura local.
Hablar de Luis Bravo es hablar de múltiples facetas de una personalidad inagotable. Definirlo solo como músico sería reduccionista, porque también fue escritor, narrador de historias, organizador de eventos culturales, conductor radial y operador. Pero por sobre todas las cosas, fue el creador de "El Clandestino", ese bar mítico que abrió sus puertas en 2001 en la esquina de Belgrano y 20 de Febrero y que rápidamente se convirtió en el epicentro de la bohemia barilochense.
El Clandestino no fue un bar más. Se transformó en un verdadero refugio para artistas, un espacio donde músicos nacionales e internacionales llegaban atraídos por su fama de "antro cultural", como le gustaba llamarlo a Luis. Allí se gestaron amistades, proyectos, romances y carreras musicales. Cada noche era una celebración de la música en vivo, con Luis como anfitrión generoso que convertía cada encuentro en algo memorable.
Su carrera musical comenzó casi por casualidad, cuando Carlitos Ávalos lo invitó a subir al escenario de la Biblioteca Sarmiento junto a Roberto Navarro y Eduardo Zurieta. Esa primera presentación le abrió las puertas de Village On Ice, un espacio que marcó la historia musical de Bariloche, donde comenzó a consolidarse como percusionista y cantante. Apasionado del ritmo y la melodía, tenía esa rara capacidad de convertir cada interpretación en algo especial, sin importar el género.
A lo largo de su trayectoria fundó y participó en numerosas agrupaciones que dejaron huella en la noche local. Creó Los Músicos del Sur, y luego vinieron Pan Duro, De los Años, La Salsa del Tomate, entre muchas otras formaciones. Más adelante se animó al camino solista con pistas, sorprendiendo a todos con su versatilidad para transitar el rock, el pop y especialmente el tango, género que lo apasionaba profundamente y al que le dedicó algunas de sus interpretaciones más sentidas.
Pero Luis Bravo no solo brillaba arriba del escenario. Era un narrador nato, alguien que tenía una historia para cada ocasión y la contaba con esa mezcla de gracia, emoción y picardía que lo caracterizaba. Su generosidad era legendaria: nunca dudó en ofrecer su arte para eventos solidarios, siempre dispuesto a poner su talento al servicio de causas nobles. Ese corazón gigante que albergaba las necesidades de los demás fue una de sus marcas distintivas.
Su trabajo en radio también lo acercó a la comunidad de una manera especial. Como conductor y operador, fue un difusor incansable de la música local, un promotor de nuevos talentos y un puente entre los artistas y el público. Su voz en el éter fue tan importante como su voz en los escenarios.
Aunque El Clandestino cerró sus puertas hace años, su legado permanece vivo en la memoria colectiva de Bariloche. La fiesta que se organizó tiempo atrás para recordar aquel espacio reunió a generaciones enteras que habían vivido sus mejores noches entre esas paredes, demostrando que lo que Luis construyó trascendió largamente el negocio gastronómico para convertirse en un fenómeno cultural.
La comunidad artística de Bariloche despide a un ser maravilloso, a alguien que supo hacer de la cultura un modo de vida y que dejó una huella imborrable en todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo, de escucharlo cantar, de compartir una charla o simplemente de estar cerca de esa energía vital que irradiaba.
Sus restos serán despedidos el viernes 2 de enero a partir de las 13 horas en el cementerio Parque Valle del Descanso. Allí, familia, amigos y toda la comunidad cultural podrán darle el último adiós a Luis Bravo, el hombre que convirtió la música y la cultura en una forma de amor hacia Bariloche.