martes 29 de abril de 2025 - Edición Nº75

El Bardo de Siempre | 5 mar 2025

UNA COSA DE LOCOS

El vertedero de promesas: cómo el basural de Bariloche sobrevive a todos sus intendentes

En Bariloche, tenés una tradición tan arraigada como el chocolate y los centros de esquí: prometer que se cerrará el basural a cielo abierto. Una tradición que, a diferencia del chocolate, deja un sabor amargo en la boca de todos tus habitantes (y humo en los pulmones).


Por: Bache3000

Un monumento a la desidia política: el basural a cielo abierto de Bariloche es más viejo que muchos de sus habitantes. Desde la década del 80, los residuos de la ciudad se arrojan en la misma parcela, mientras la ciudad crecía descontroladamente hasta terminar rodeando el vertedero. Una obra maestra de la "no planificación" urbana que terminó encerrando un problema que, por su naturaleza, debería estar lo más lejos posible de las zonas habitadas.

Durante décadas, este "patrimonio" barilochense ha recibido promesas de cierre y traslado. Ha sido protagonista de campañas electorales, centro de debates acalorados y objeto de innumerables proyectos que terminaron, irónicamente, en la misma basura que debían gestionar.

"Todavía no han dado solución y el humo sigue. De todos los años que hace que venimos luchando por ese vertedero, hasta ahora, nos versearon siempre", manifestó incrédula Liliana Mena, Presidenta de la Junta Vecinal del barrio Pilar I, quien criticó duramente al municipio.

Estas palabras no fueron pronunciadas ayer, ni hace un mes, ni siquiera hace un año. Liliana Mena las dijo en 2007. Hace casi dos décadas. Y podrían haberse dicho hoy mismo, sin cambiar una coma, porque la situación sigue exactamente igual.

La emergencia más larga de la historia

En 2011, el Concejo Municipal de Bariloche aprobó la Ordenanza Nº 2147-CM-11, declarando la emergencia del actual vertedero. Sí, leyeron bien: hace trece años que el basural está oficialmente en "emergencia". Si las emergencias en Bariloche duran décadas, no queremos imaginar qué pasaría con una catástrofe real.

La ordenanza, además, estableció que "para alcanzar la concreción y puesta en funcionamiento de un proceso definitivo y sustentable de tratamiento de los residuos de San Carlos de Bariloche con un alcance regional (incluyendo residuos de Parques Nacionales, Dina Huapi y Pilcaniyeu), y para la remediación del actual vertedero, se deberán priorizar y llevar adelante las siguientes acciones y gestiones". También definió como lugar de emplazamiento de la planta de clasificación y compostaje el sitio denominado catastralmente 19 2 M 10B (Cañadón de los Loros).

Trece años después, esa "emergencia" sigue exactamente igual, el proceso de tratamiento regional de residuos sigue siendo un sueño lejano, y el Cañadón de los Loros sigue esperando, pacientemente, una planta que nunca llega. Una muestra más de que en Bariloche, las ordenanzas son como los copos de nieve: bonitas, pero se derriten rápidamente.

La ausencia de políticas regionales: Un problema compartido

La Ordenanza 826/98 establece el régimen de pago por uso del vertedero para Dina Huapi, revelando una realidad más compleja. No se trata de que un municipio se "lave las manos", sino de la urgente necesidad de desarrollar políticas regionales de gestión de residuos. Bariloche necesita trabajar colaborativamente con localidades vecinas como Dina Huapi para crear un sistema de tratamiento de residuos que beneficie a toda la región.

La falta de una visión integral y mancomunada es el verdadero problema. Un vertedero regional, con políticas claras de manejo, separación y tratamiento de residuos, podría ser la solución que nadie se atreve a implementar.

Responsabilidad ciudadana: Espejo de la desidia política

Mientras criticamos a los políticos, conviene mirarnos el ombligo. Los ciudadanos también tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Separar los residuos en origen no es un consejo, es una obligación. No nos hagamos los distraídos: si no separamos, si no exigimos, seguiremos siendo parte del problema.

Leyes que no se cumplen: La gran estafa electoral

La Ordenanza 3349/22, derivada de la Ley Provincial 5.491, mandaba erradicar los basurales a cielo abierto en Río Negro. Más que una medida realista, fue una acción política en año electoral. Una demostración de irresponsabilidad de quienes la votaron sin gestionar las condiciones para su cumplimiento.

Lo más irónico: muchos de esos mismos concejales hoy votarían una ordenanza para prolongar la estadía del vertedero en el centro de la ciudad. Es decir, votarían exactamente lo contrario de lo que proclamaban hace un año. La voltereta política como disciplina olímpica.

Si bien aún no está confirmado, es una posibilidad cierta que el gobierno del intendente Walter Cortés, está evaluando.

La Constitución que nadie lee (o que todos ignoran)

Mientras el basural sigue creciendo, la Constitución de Río Negro y la Carta Orgánica Municipal acumulan polvo en algún estante:

"Todos los habitantes tienen el derecho a gozar de un medio ambiente sano, libre de factores nocivos para la salud, y el deber de preservarlo y defenderlo." (Artículo 84, Constitución de Río Negro).

"Asegurar el derecho de los habitantes a disfrutar de un ambiente adecuado, manteniendo y protegiendo el sistema ecológico, penalizando su desequilibrio y exigiendo prioritariamente la obligación de recomponer." (Artículo 23, Constitución de Río Negro)

"El ambiente es patrimonio de la sociedad; todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano. La Municipalidad y sus habitantes tienen el deber de preservarlo y defenderlo en resguardo de las generaciones presentes y futuras. Toda actividad que suponga un daño temido, actual o inminente al ambiente debe cesar y conlleva la obligación de recomponer e indemnizar." (Artículo 175, Carta Orgánica Municipal).

Aparentemente, los políticos rionegrinos y barilochenses tienen un don para ignorar textos legales cuando se trata del basural. La provincia, máxima responsable junto con el municipio para resolver esta problemática, ha demostrado una habilidad impresionante para mirar hacia otro lado durante décadas. Un verdadero ejercicio de contorsionismo político que merecería medalla olímpica si existiera tal categoría.

Cortés, el último en la lista de "voy a cerrar el basural"

El actual intendente Walter Cortés llegó al poder con una promesa tan original como todas las anteriores: "Yo lo puedo retirar en un día de gestión". Un año después, no solo sigue el basural donde estaba, sino que ahora el intendente podría pedir una prórroga para que permanezca "un tiempito más" en pleno centro de la ciudad. ¿Un tiempito? En términos políticos barilochenses, eso podría significar una o dos décadas más.

 

 

Como si fuera poco, en un acto de creatividad municipal sin precedentes, se instaló una hormigonera junto al basural. Una hormigonera que, para mantener la tradición de todo lo que rodea al vertedero, se rompió casi inmediatamente. Una metáfora perfecta de la gestión del problema: todo lo que se intenta hacer termina averiado, inservible y olvidado.

Concejales: especialistas en cambiar de opinión

Hace apenas un año, los concejales oficialistas y los de Juntos Somos Río Negro votaron, con pompa y circunstancia, una ordenanza para que se retire el basural. Aplausos, fotos, declaraciones grandilocuentes. "Es una decisión histórica", dijeron algunos, como si la historia de Bariloche no estuviera ya plagada de "decisiones históricas" sobre el mismo tema.

 

Hoy, esos mismos concejales miran para otro lado mientras el intendente contrata a una empresa privada para "remediar" el basural. Traducido del lenguaje político al castellano: pagarle a alguien para que el problema siga exactamente donde está, pero con un nombre más bonito.

Los concejales de la oposición, por su parte, hacen lo que mejor saben hacer: quejarse sin proponer soluciones viables, recordar que ellos "siempre estuvieron en contra" (aunque cuando gobernaron no hicieron nada diferente) y prepararse para usar el basural como bandera en la próxima campaña electoral.

La basura como símbolo político

El basural a cielo abierto de Bariloche es mucho más que un problema ambiental y sanitario. Es el símbolo perfecto de nuestra clase política: tóxico, creciente, imposible de ignorar pero aparentemente imposible de resolver, y perpetuamente rodeado de promesas vacías.

Mientras tanto, los vecinos de Bariloche siguen esperando. Esperando que algún día llegue un político que cumpla lo que promete. Esperando que el basural finalmente se traslade. Esperando que la política deje de ser, como el vertedero, un repositorio de desechos y malos olores.

Tal vez deberíamos declarar el basural como Patrimonio de la Ineptitud Política Nacional. Al menos así obtendríamos algún beneficio turístico de él.

Y mientras la provincia y el municipio siguen pasándose la pelota de la responsabilidad como niños que no quieren hacer la tarea, el basural sigue creciendo, el humo sigue afectando a los vecinos, y la Constitución sigue siendo ese documento que todos juran respetar pero nadie se molesta en leer.

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